En contra del extendido prejuicio de que España es mitad cemento y hormigón, mitad estepas áridas, los informes disponibles tanto a nivel español como europeo indican que se trata de uno de los países más ricos y mejor conservados de la UE desde el punto de vista medioambiental.
Es cierto que según datos oficiales el 53% del territorio sufre “pérdidas importantes de suelo” por culpa de la erosión e incluso desertización, aunque éste no es un problema local sino “una amenaza grave para toda la superficie europea”, de acuerdo con estudios comunitarios que cifran la pérdida de suelo en los países mediterráneos en una media de una tonelada por hectárea y año.
A ello hay que sumar el deterioro producido por la concentración de edificaciones y población en lugares turísticos, especialmente en las costas, ralentizado en parte desde 2008 merced a la crisis del mercado inmobiliario.
Sin embargo, buena parte del territorio español figura en los primeros lugares en múltiples indicadores de “riqueza verde”.
Paradójicamente, el retraso industrial y económico de los últimos dos siglos respecto a otras naciones europeas de importancia como Alemania, Reino Unido, Francia o Italia se ha transformado en una ventaja medioambiental al permitir la conservación de grandes extensiones naturales que en otros puntos del Viejo Continente desaparecieron hace tiempo y a los que ahora se reconoce su valor.
Gran diversidad biológica
Así, España es el país europeo con mayor diversidad biológica gracias a su pluralidad orográfica y climática que alberga ecosistemas muy diferentes, abundantes en flora y fauna: de los 226 tipos de hábitats reconocidos “de alto interés” por la UE, más de la mitad (121) se encuentran en nuestro territorio.
En ellos viven cerca de 60.000 especies diferentes de animales y vegetales, lo que le convierte en el primer país de la UE en número de mamíferos y reptiles y en el tercero en cuanto a peces y anfibios.
Otro dato espectacular es que de las 12.000 especies de plantas que los expertos calculan existen en toda Europa, 10.000 se hallan en territorio celtibérico y, de ellas, 6.500 son plantas autóctonas.
A esto hay que sumar las cerca de 2.200 especies endémicas (que sólo existen aquí), de las cuales medio millar se concentran en las islas Canarias.
Pese a las amenazas que se ciernen sobre este inmenso capital natural, desde la urbanización descontrolada hasta la contaminación o la introducción de especies invasoras, buena parte está a resguardo ya que un octavo de todo el territorio español está incluido en alguno de los 1.700 espacios formalmente protegidos.

La Red de Parques Nacionales, que cuenta con 15 “de las mejores muestras del Patrimonio Natural Español” en toda la península, Baleares y especialmente Canarias (donde existen 4, en sendas islas), se completa con casi 150 Parques Naturales y Regionales, además de otras figuras de protección como los parques periurbanos o los parajes naturales.
No es sorprendente por tanto que España sea una de las naciones más presentes en la Red Natura 2000, el sistema ecológico diseñado por las autoridades europeas para la conservación de la biodiversidad.
Casi el 23 % de su superficie está arropada por la figura más importante de protección medioambiental de la UE y, de hecho, todas las CC.AA. además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla poseen parte de su territorio integrado en esta red.
Aún se podrían añadir muchos más datos, como el hecho de que el número total de árboles haya aumentado un 130 % en los últimos 40 años o que Madrid sea la capital europea con más metros cuadrados de espacios verdes, por lo que quizá sea hora de repintar el habitual color ocre con el que a menudo se representa a España en los mapas. Efeverde
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