Madrid, 7 oct (EFEverde).- La historia de la defensa del medio ambiente no puede escribirse sin su nombre, Gro Harlem Brundtland, la ex Primera Ministra noruega que puso el cambio climático, la biodiversidad y el desarrollo sostenible en la agenda política mundial con un revolucionario informe, “Nuestro futuro común” (1987), que sirvió de punto de partida para el desarrollo de todas las cumbres, convenciones y protocolos ambientales de los últimos 20 años.
La mujer que despertó la conciencia ambiental del planeta ha sido pionera como mujer en casi todo, y, entre otras cosas, tres veces Primera Ministra de Noruega (1981, 1986-1989, y 1990-1996) y presidenta de la Organización Mundial de la Salud (1998-2003).
En las distancias cortas la doctora Brundtland sorprende como una mujer cercana, tremendamente enérgica -con sus 71 años aparenta más energía que una de 20- y, sobre todo, convincente. Cualidades que de seguro tuvo en cuenta el secretario general de Naciones Unidas, Ban-Ki-moon, cuando en 2007 decidió descargar en ella la responsabilidad de convencer a los líderes políticos mundiales de que el calentamiento global “no admite esperas y hay que actuar ya”, al nombrarla enviada especial de la ONU para el Cambio Climático.
Parece que el planeta la vuelve a necesitar para ponga las cartas verdes sobre la mesa, de ahí que Naciones Unidas también la haya vuelto a reclamar como autora del nuevo informe sobre desarrollo y sostenibilidad que será presentado en 2012 en la Cumbre Río+20. De eso y otros temas ha charlado en una entrevista con EFEverde coincidiendo con una visita a Madrid.
Pregunta: Usted dirigió y se implicó hasta tal punto en el informe de la ONU “Nuestro futuro común” que hoy todo el mundo conoce ese trabajo como el “Informe Brundtland”, ¿Qué piensa de ese documento 23 años después?
Respuesta: Que estuvimos muy acertados en describir lo que iba a pasar. Las explicaciones que dimos sobre hacia donde iba la humanidad se han demostrado correctas y continúan vigentes. Pienso que hicimos bien dando la voz de alarma en temas como la pérdida de biodiversidad o el cambio climático. Advertimos de que la situación no admitía esperas, de que había que actuar rápido.
P.- ¿Considera que los líderes mundiales han hecho caso de las advertencias de ese informe?
R.- Nosotros recomendamos a los países que se reunieran en una Cumbre de la Tierra y cinco años después se celebró la Cumbre de Río (1992), donde hubo acuerdos en los tres aspectos sobre los que llamábamos la atención, cambio climático, biodiversidad y Agenda 21. Diez años después de la publicación del Informe, en 1997, se firmó el Protocolo de Kioto, así que, en ese sentido, sí se cumplieron las recomendaciones.
El problema es que hoy día sólo el 30 por ciento de las emisiones mundiales corresponden a los países que ratificaron ese protocolo y ese porcentaje irá decreciendo. Hay nuevos actores, como China, India, Brasil o Sudáfrica, que se han convertido en los grandes emisores, y si no se implican esos países no habrá solución al cambio climático. Por eso fracasó la Cumbre de Copenhague.
P.- ¿Era mayor el compromiso político hace 20 años que ahora?
R.- Puede que sí, pero quizá porque en la Cumbre Río los líderes políticos todavía no tenían muy claras las consecuencias de lo que estaban firmando. Eso no ocurre ahora que los políticos son plenamente conscientes de que firmar es comprometerse, y de que lo que firmen tendrá una repercusión directa en las políticas de sus países, y que incluso puede redundar en una sanción si no lo cumplen. Por eso es tan complicado llegar a un acuerdo.
“Cancún no será una oportunidad perdida”
P.- En su informe se acuñó por primera vez el término “desarrollo sostenible” entendiendo como tal aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer las de las generaciones futuras”. Pero, ¿No cree que se ha hecho un uso abusivo de este término?
R.- Sí, mucha gente lo ha hecho, sobre todo empresas, y más que del concepto “desarrollo sostenible” del término “sostenibilidad”, pero no por eso deja de ser un concepto menos importante. Hoy todo el mundo sabe si algo es de verdad “sostenible” más allá del nombre. Es difícil engañar a la gente.
P.- Si hubiera sido consciente de que su informe iba a tener esa inmensa repercusión, ¿Hubiera cambiado algo?
R.- Quizá hubiera agregado que había que prestar atención para que no se hiciera un uso abusivo del término “desarrollo sostenible” (risas). Lo extraordinario de ese informe es que como conseguimos implicar en él a gente de todos los sectores y países, comunidad científica, ONG, empresarios, políticos, etcétera, logramos una fotografía perfecta de la situación del planeta que todavía hoy perdura.
P.- Usted es una de las expertas del Panel de Sostenibilidad Global de la ONU que elaborará el próximo informe de cara a la Cumbre de la Tierra Río+20, en 2012. ¿Podría avanzar algo de ese nuevo documento?
R.- Que nuestro objetivo es ver cómo ha cambiado la situación ambiental en los últimos diez años y dar los mejores consejos que podamos en base a ello. No hay más porque no hace ni un mes que tuvimos la primera reunión en Nueva York, así que tenemos quince meses de intenso trabajo, porque debemos entregarlo a finales de 2011.
P.- Como enviada especial de Naciones Unidas para el Cambio Climático, ¿Qué expectativas tiene ante la próxima Cumbre de Cancún (COP16)?
R.- Nadie espera un gran acuerdo de Cancún, pero confío en que se van a dar pasos en la dirección correcta y pienso que no va a ser una oportunidad perdida.
P.- ¿Cree que los países están por la labor de alcanzar un consenso para salvar el clima?
R.- El consenso actual no es suficiente, pero para saberlo debemos esperar para ver qué pasa en Cancún y en Johanesburgo, en 2011. Lo que está claro es que necesitamos una solución antes de 2012, que expira el Protocolo de Kioto, y espero que los líderes políticos se den cuenta de que es su responsabilidad tener esa solución.
“Hay que actuar ya”
P.- ¿Qué pasará si los países no reducen sus emisiones?
R.- Que el nivel del mar aumentará, que habrá más desertificación… En definitiva, toda una larga lista de fenómenos irá a peor si no actuamos, por eso hay que actuar ya.
P.- Usted pensaba que la elección de Obama facilitaría las negociaciones internacionales de cambio climático, ¿Ha sido así?
R.- Tuvo un impacto positivo en los meses previos a la Cumbre Copenhague, pero no fue suficiente. El hecho de que no lograra sacar adelante en el Congreso una ley de reducción de emisiones me decepcionó y creo que países como India o China lo utilizaron como excusa para no comprometerse en Copenhague.
P.- ¿Cómo vivió aquella larga y tensa reunión en Copenhague en la que, encerrados en una pequeña habitación, los líderes políticos mundiales fueron incapaces de llegar a un acuerdo sobre cambio climático?
R.- ¡Dios mío, menuda reunión! (risas). Tengo que reconocer que algunos de esos políticos hicieron un gran esfuerzo para que se alcanzara un acuerdo, y que al menos todos coincidieron en una cosa: en que la temperatura media del planeta no puede subir más de dos grados en 2050. No hubo acuerdo en cuánto tiene que reducir sus emisiones cada país para lograrlo, pero el simple hecho de que hubiera consenso en no más de dos grados es importante, porque eso significa que incluso países como China tienen que ser parte de la solución. Seguramente no en la misma medida que Estados Unidos o Europa, porque nosotros somos países desarrollados y tenemos otras oportunidades y mayores deberes, pero China no puede quedarse de manos cruzadas porque entonces no serviría de nada.
P.- ¿Qué porcentaje del sistema eléctrico deben de representar las energías renovables en los países desarrollados para que la lucha contra el cambio climático sea efectiva?
R.- Es difícil decir una única cifra para todos los países, pero entre un 50 y un 80 por ciento, según el país, para 2050, o incluso más. Mi país, Noruega, se ha propuesto ser una economía neutra en carbono para 2030. No obstante, tan importante como las renovables es la eficiencia energética.
“Si no hubiera sido primera ministra ningún político me hubiera abierto la puerta para hablar de medio ambiente”
P.- ¿Considera que para proteger de verdad el medio ambiente es necesario un cambio en el modelo económico de los países desarrollados?
R.- Lo ideal sería una economía de mercado regulada por un marco legal que proteja el medio ambiente y los derechos sociales.
P.- Usted ha sido en tres ocasiones Primera Ministra de Noruega, ¿Qué argumentos les daba y les da a otros primeros ministros y presidentes para convencerles de que apuesten por el desarrollo sostenible como usted hizo en su país?
R.- Trato de convencerles de que hay que llegar a un consenso porque los problemas del planeta son problemas de todos, somos dependientes en esto. También de que es imprescindible combinar economía, medio ambiente y derechos sociales. Es cierto que el hecho de que yo fuera la primera ministra de Noruega cuando hicimos el informe de la ONU en 1987 me abrió las puertas de los líderes políticos de todo el mundo, y no tuvieron más remedio que escucharme que había que poner el medio ambiente en la agenda y organizar una Cumbre de la Tierra.
Si yo no hubiera tenido ese cargo, no creo que ningún primer ministro me hubiera abierto su puerta, y a lo mejor por eso me eligieron para que presidiera la comisión que elaboró ese informe
P.- ¿Qué le parece que Noruega siga autorizando la caza de ballenas?
R.- Bien, porque se hace bajo el principio del control ecológico de las poblaciones, por razones científicas, de acuerdo con la regulación internacional, y la cuota de captura es bajísima y no afecta a especies amenazadas.
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