Por Benigno Varillas.- Atapuerca, 17 de octubre de 2016. El pasado viernes vino al mundo un bisonte en la dehesa “Campillito” de Malpartida de Plasencia, cerca del Parque Nacional de Monfragüe. Es el primero nacido en los últimos 10.000 años en Extremadura. Un vástago de una manada de siete bisontes introducida en 2015 en su finca por la ganadera Barbara Rodríguez Torres, 45 años, madre de tres hijos y bailarina clásica.
Esta unidad de cría es la más meridional de las reservas de bisontes con más de 10 hectáreas de territorio por animal. La primera fue creada en San Cebrián de Mudá, Palencia, en 2010, y las posteriores en Atapuerca, Teverga, León y otras que se van extendiendo por España gracias a la acción de Fernando Moran, responsable de la EBBC. Esta organización internacional lucha por sacar de la extinción a esta especie, totem del hombre cazador recolector europeo paleolítico. Durante miles de años los europeos veneraron y pintaron los bisontes en las cuevas del refugio franco-cantábrico que acogió la vida durante las glaciaciones. La última con su pico de frío hace 17.000 años.
Los bisontes de Altamira demuestran que habitaban el norte de España al menos hace 10.000 años. La especie se asocia a los bosques polacos y rusos donde sobrevivió la ultima manada. Tener bisontes en Extremadura se hace extraño. Al sur del Duero no se han encontrado pinturas, grabados o huesos fósiles de bisontes. Pero tampoco de osos y sin embargo los tratados de caza medievales muestran que los plantígrados hoy asturianos habitaban 30 de las 50 provincias españolas, llegando hasta las dehesas de alcornoques de Algeciras.
Primer bisonte extremeño
Entre miles de grabados paleolíticos de Siega Verde, Salamanca, y Coa, Portugal no hay bisontes, pero tampoco osos. En los yacimientos de la España silicea no se encuentran huesos de bisontes ni de otros animales. El suelo ácido los destruye. Que no haya grabados o huesos de bisonte o de oso no significa que no los haya habido. El bisonte migraría con uros y tarpanes de los pastos frescos de verano del norte de España a los pastos no cubiertos por la nieve en el sur, como luego los pastores trashumantes de la ruta de la Plata.
Con la ganadería extensiva en declive, recuperar herbívoros salvajes permite una economía rural multifuncional en la que uros y caballos además de carne produzcan turismo, cultura y atraiga al medio rural teletrabajadores que desarrollen la Sociedad de la Información. Acometer ese nuevo yacimiento de empleo, dinamizador del medio rural para aprovechar espacios naturales, requiere apoyar la cría de bisontes y el asilvestramiento de uros y tarpanes. Hay que legislar el nuevo perfil laboral del “teletrabajador–ganadero–guarda” que se instale en el medio natural protegido. Su misión es complementar el costoso aparato ambiental para el que ya no hay dinero y generar un tejido social que pase de la conservación a la producción de vida silvestre.
(*) Benigno Varillas es Periodista ambiental y uno de los pioneros en este tipo de especialización en España
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