Los negociadores del clima deben actuar ya para proteger a los más pobres del planeta. Por (*) Lourdes Benavides (Oxfam)

Se palpa la inquietud generalizada ante el resultado de las elecciones en Estados Unidos o la ausencia del Presidente Chino, los dos países que emiten más emisiones de carbono. A pesar de todo, el Secretario General de Naciones Unidas permanece optimista y afirma que la acción climática es hoy imparable. El mundo se está moviendo en esa dirección, es más consciente y está más implicado; gobiernos, empresas, inversores, ciudades y personas somos cada vez más conscientes de que son necesarios pasos sin precedentes en la lucha contra el cambio climático.

Negociadores del clima

Este esfuerzo debe integrar un apoyo justo a aquellas regiones del mundo que más sufren sus impactos y que no son los principales responsables del calentamiento global. Comunidades expuestas a la subida del nivel del mar, zonas en las que las estaciones se han vuelto erráticas e impredecibles, sequías recurrentes, inundaciones, tifones o huracanes… No podemos olvidar que el 2016 va camino de ser el año más caluroso de la historia ni tampoco los devastadores efectos de El Niño en Africa Austral y Oriental o en Centroamérica. No necesitamos más evidencias para exigir a nuestros representantes una acción política urgente: la realidad se está imponiendo mucho más que cualquier campaña.

Es necesario movilizar fondos para la adaptación y la mitigación frente al cambio climático. La comunidad internacional no puede fallar este año y debe fijar una hoja de ruta ambiciosa para alcanzar los 100.000 millones de dólares anuales para países en desarrollo a partir de 2020. Esta ruta para rellenar el Fondo Verde que se discute en Marrakech debe cubrir las necesidades inmediatas de inversión. Sin olvidar, y esto es esencial, escuchar la antigua petición de dichos países para que un 50% se dedique a la adaptación, principalmente en forma de subvenciones.

Los más pobres del planeta

De momento, en las negociaciones no se ha visto ni acción ni ambición, no se ha avanzando en mayores compromisos de reducción de emisiones, ni en decisiones que permitan colmar la brecha de la financiación de la adaptación al cambio climático. Si esto no ocurre, los riesgos para las comunidades más pobres y vulnerables seguirán creciendo. Los más vulnerables, y en particular las mujeres y los pequeños agricultores, seguirán sufriendo los efectos de los desastres directamente relacionados con el clima.

Tampoco nuestros representantes están dando los pasos que esperábamos. La comparecencia en el pleno de Rajoy se canceló en el último momento, otras prioridades políticas se impusieron a la razón de su visita, y se limitó a anunciar de forma vaga una Ley de Cambio Climático. Se confirma así lo que auguraba Oxfam Intermon pocas horas antes, y es que Rajoy acudía a la COP22 con las manos vacías. En su comparecencia, la Ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, volvió a prometer que se aumentarán los fondos destinados al clima hasta llegar a los 900 millones de euros a partir 2020, pero a día de hoy sólo consta que menos de 1% de los compromisos financieros para este año hayan sido desembolsados.

¿A qué esperamos? Lo que parece faltar en Marrakech es el sentido de urgencia, la necesidad de tomar decisiones drásticas ahora. De momento toca esperar el desenlace final dentro de unas horas, ojalá ocurra algo que nos permita mantener el optimismo de Ban Ki Moon.

(*) Lourdes Benavides, Coordinadora del Centro de Conocimiento en Resiliencia de Oxfam

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Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde

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