El radón es un gas noble incoloro, inodoro e insípido y por tanto indetectable por nuestros sentidos, pero a la vez altamente radiactivo y oficialmente considerado como cancerígeno de grado 1 y segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco. Este gas tiene la capacidad de filtrarse desde el subsuelo al interior de viviendas y centros de trabajo y el riesgo de que esto ocurra es muy alto en distintas zonas de la península ibérica, según han denunciado varios especialistas del sector. Pese a ello, sigue siendo uno de los grandes desconocidos en los planes contra la contaminación. España ha sido el último país en aplicar la Directiva 59/2013/EURATOM que obliga a los miembros de la UE a medir y controlar el radón en viviendas, colegios, edificios públicos, lugares de trabajo, etc., y lo ha hecho con un Real Decreto aprobado a finales del pasado mes de diciembre.