Autor: Gustavo Catalán Deus
Hoy no toca hablar de medio ambiente, sino de aquellos que cometen actos de piratería con desfachatez y alevosía delante de nuestras propias narices. Me refiero a la empresa cazatesoros Odyssey, quizá la número uno del mundo, que con tecnología militar facilitada por Reino Unido y probablemente la documentación precisa de sus archivos de guerra, fue capaz de localizar el pecio del la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por la Royal Navy hace más de dos siglos frente a las costas del Algarve portugués, con 250 víctimas.
El acuerdo entre el Gobierno del Su Graciosa Majestad y los cazatesoros, del que se desconocen cómo se iban a repartir el botín, incluyó el equipar en una base militar británica al Odyssey con un moderno sistema de sónar como el que llevan los submarinos, facilitarle todos los datos de aquel traidor ataque, las coordenadas en las que se hundió la fragata española y darle cobertura durante meses en el puerto de Gibraltar para “pescar” los ahorros de los indianos españoles que regresaban a casa más los dineros públicos recaudados en América con destino a la Corona española.
En una operación tan bien coordinada y planificada Odyssey logró sus objetivos. Hacerse nada más y nada menos que con un tesoro valorado en más de 500 millones de dólares. Un tesoro compuesto de más de 500.000 monedas de oro y plata, más otros objetos valiosos, que con precisión, el brazo del robot delOdyssey fue sacando de las bodegas de la fragata española y depositando en una nave del puerto de Gibraltar.
No fue una operación sencilla ni lenta. La guardia Civil del Mar seguía de cerca las idas y venidas delOdyssey y sospechaba algo. Pero no recibió nunca la orden de intervención desde los despachos de Madrid. Y meses después, en una operación nocturna bien planificada, el tesoro rapiñado de La Mercedes, volaba en un avión militar rumbo a Estados Unidos. Con el tesoro puesto a buen recaudo al otro lado del Atlántico, la empresa cazatesoros anunció a bombo y platillo su captura, con el fin de que sus acciones en bolsa añadieran aún más beneficios a su saqueo.
Pero todo parece indicar que el tiro les va a salir por la culata. El Estado español asesorado por un experto y carísimo abogado ha peleado en los tribunales de Florida la verdadera propiedad del tesoro, y por dos veces consecutivas ha fallado que el Tesoro debe ser devuelto a España.
No obstante, Odyssey ha decidido recurrir a la más alta instancia de EEUU, el Tribunal Supremo, para evitar esa devolución. El desenlace de la historia puede estar a la vuelta de unos meses y el optimismo en la Administración española se acrecienta, porque en general el Supremo no suele fallar en contra de dos sentencias previas de los tribunales de su país.
Ahora España prepara la operación de traerse el tesoro metido en cientos de cubetas con agua salada en cuanto haya una sentencia firme del Tribunal Supremo de EEUU. Aquí ya han empezado las pequeñas rencillas sobre cuáles serán las instituciones que se harán cargo de tan preciado volumen de monedas de oro y plata, que tan larga y truculenta historia llevan a sus espaldas. Esperemos, que este patrimonio cultural sirva para dotar a varios museos y que con su exhibición se descubran esas otras historias, siempre teñidas de sudores y lágrimas que hay detrás de cada doblón. Incluso es posible que los descendientes de aquellos indianos que no sólo perdieron su vida sino sus ahorros, reclamen su parte del cargamento de La Mercedes.
De esta ya dilatada historia deben quedar algunas lecciones para siempre. Los piratas de guante blanco y tecnología militar siguen trabajando para hacerse con lo que no es suyo. Que en su búsqueda insaciable de pecios son capaces de todo, incluso de disparar su sónar en aguas plagadas de cetáceos, provocando la muerte de estos animales, como se sospecha que hizo el Odyssey frente a la costa de Almería. Y para terminar, que no les mueve ningún afán científico, todo lo contrario: todavía no han aportado ningún dato sobre la fragata española, a la que además dieron otra identidad y datos falsos para tratar de burlar la acción de la justicia. Y cuidado con Gibraltar, no juegan nunca limpio.
Gustavo Catalán Deus
Periodista ambiental
Premio Nacional de Medio Ambiente