Nueva entrega de los microdocumentales de Mónica Fernández Aceytuno en Efeverde en colaboración con Aquae TV, en esta ocasión sobre las sepias (Sepia officinalis).
Las sepias tienen una debilidad y es que, además de realizar las puestas sobre las algas, les encantan las ramas de los árboles que bajan en invierno por los ríos, tras haber sido podadas por el viento.
Esto los marineros lo saben, y les ponen a veces en las nasas, una rama de laurel o de olivo.
Se reproducen solo una vez en la vida y después mueren.
Tienen unos ojos con los que ven en blanco y negro, pero ven mucho mejor que nosotros en colores, y tienen esa forma, de “W”.
La librera sobre el manto del macho recuerda a una alfombra de piel de cebra.
Las hembras son más pequeñas, más anodinas, y el macho las custodia hasta que se aparean.
Las puestas son como racimos de uvas que la hembra ennegrece con tinta para que no se vea dentro la diminuta sepia, perfecta y pequeña, como la pepita de una uva negra.
Cabría esperar que la sangre de la sepia fuera negra, pero es verdeazulada, como el corazón del mar, aunque muera la sepia sin que el agua se vista de luto.
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Cedente: Fundación AQUAE

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