Manuel González (BIOIMATGE) www.buscandoelazul.com .- A partir de los datos de captura declarados en los puertos pesqueros de todo el mundo podemos calcular que, anualmente, la pesca puede ser la responsable directa de la muerte de más de diez millones de tiburones.
A esta cifra hay que añadir la de las capturas accidentales y las no declaradas. Estas cifras muestran que las poblaciones de peces cartilaginosos padecen una gran sobreexplotación.
Aletas de tiburón
En las culturas orientales la sopa de aleta de tiburón era un manjar que constituía un símbolo de distinción en las clases sociales más pudiente de Asia. Desde hace años este plato ha perdido su estatus social y es una comida muy popular en los restaurantes asiáticos de todo el mundo, a pesar de su elevado precio.
El consumo mundial de aletas de tiburón es tan alto que está poniendo en peligro la supervivencia de muchas especies de peces cartilaginosos llamados también condrictios.
Bajo este nombre científico se agrupa a tiburones, rayas y quimeras. Además, a partir del cartílago y de otras partes de su cuerpo, como el hígado, se obtienen ciertas substancias usadas en la medicina tradicional china.
Otras, como el escualeno, se utilizan en la fabricación de cosméticos y productos farmacéuticos. Afortunadamente la industria ya está utilizando escualeno de origen vegetal.
En cuanto a la carne de tiburón se está observando una demanda creciente. Países como España, Portugal, Francia, Italia y Alemania son grandes consumidores.
A esta lista hay que añadir el creciente interés que ha despertado en otros como es el caso de Polonia o Rumania que actualmente importan grandes cantidades de carne congelada de tiburón. Además, estos animales también son un componente habitual de la dieta en los países en vías de desarrollo.
Capturas
Todos estos usos hacen que la demanda de tiburones sea muy elevada. Según la FAO en 2014 se declararon unas capturas de 790.000 toneladas, aunque la cantidad real es mucho más elevada puesto que hay un elevado porcentaje de pesca que no se declara y que se mueve por circuitos de distribución paralelos.
En España, el puerto pesquero del Berbés, en Vigo, es uno en los que anualmente se descarga más toneladas de tiburón. Entre fresco y congelado en el año 2014 fueron unas 9300 toneladas y en el 2015 tan solo llegaron a las 6300, siendo la tintorera y el marrajo las especies más destacadas. Su carne alcanzó un promedio de 1,30 € por kilo la primera y 4,68 €/kg el otro.
Este puerto se ha convertido en un importante centro de comercialización de tiburones para el mercado asiático. Buscando más datos encontramos que se desembarcaron 2.600 toneladas de tintorera que, teniendo en cuenta su peso medio, unos 80 kgs, podemos deducir que en Vigo llegaron unos 32.500 ejemplares de esta especie.
Otros puertos pesqueros españoles también tienen un importante movimiento comercial con las capturas de estos peces cartilaginosos.
España se ha convertido en uno de los líderes mundiales en el comercio de tiburones siendo uno de los mayores proveedores del mercado de Hong-Kong. Según la FAO España ocupa el 3er lugar entre los 26 países que capturan más tiburones.
A todo esto hay que sumar la pesca de especies que no tienen valor económico y que son capturadas accidentalmente. De su impacto no se tienen datos puesto que estos animales no son desembarcados en los puertos pesqueros. Sencillamente, se tiran al mar.
En el litoral mediterráneo, por ejemplo, la pesca de arrastre de fondo o los palangres para la merluza suelen capturar un número elevado de pintarrojas, un pequeño e inofensivo tiburón bentónico que no llega al metro de longitud.
En la imagen adjunta podemos ver una parte de las capturas obtenidas en un lance de esta modalidad pesquera.
Entre los peces comerciales aparecen muertas un buen número de pintarrojas. A bordo del barco los pescadores las tirarán al mar como un componente más de la morralla.
El tiempo que transcurre entre la captura y el retorno al mar es demasiado grande y, por tanto, casi siempre se produce la muerte de estos animales.
Cada lance de pesca puede significar la muerte inútil de decenas de pintarrojas y la de muchos otros animales.
La desaparición de las poblaciones de tiburones está íntimamente relacionada con el impacto de la pesca, pero no es el único motivo de ello.
Degradación del medio marino
Hay que considerar también la destrucción de su hábitat así como a la contaminación. Las causas de la degradación del medio marino son muy diversas: la degradación del fondo por la pesca de arrastre, la construcción de puertos e infraestructuras turísticas, el impacto de la eutrofización de mares y océanos, los productos químicos y los metales pesados, así como una larga lista de alteraciones medioambientales.
Todo esto afecta a las áreas de puesta y de cría de muchos organismos pero, de una manera muy destacada, a los condrictios. Hay que tener en cuenta que los tiburones y las rayas son animales con una productividad muy baja. Muchas especies alcanzan la madurez sexual a los 12 años o más y tienen tan solo una o dos crías cada vez.
Esto significa que, cuando disminuyen sus poblaciones, tienen grandes dificultades para recuperarse y volver a las densidades de población normales.
La escasez de tiburones puede ser el origen de importantes desequilibrios ecológicos. Muchas especies son grandes depredadores y contribuyen a mantener bajo control a las poblaciones de peces que están por debajo de su nivel trófico.
La desaparición de estos cazadores puede aumentar las poblaciones de sus presas y esto afecta a otros organismos que están a un nivel trófico inferior. Esta cadena de acontecimientos acaba alterando el equilibrio marino.
Existe una creciente preocupación por el estado de conservación de los tiburones y rayas en el Mediterráneo. Según un estudio realizado por la UICN más de la mitad de especies se encuentran en grave peligro de extinción y localmente ya han desaparecido víctimas de la sobrepesca y de la pesca accidental. Esta situación puede generalizarse a todos los mares y océanos.
Este problema hace imprescindible y muy urgente que los gobiernos tomen las medidas oportunas y eficaces para regular la pesca, se establezcan las cuotas de pesca adecuadas, se vigile el estricto cumplimiento de las normativas y se establezcan unas áreas marinas protegidas cuyo objetivo no sea el uso turístico si no la recuperación y conservación de los ecosistemas y de las especies marinas en peligro de extinción.
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