Avistamiento de ballenas: Una alternativa turística para las comunidades costeras. Por(*) José Julio Casas

Publicado por: Arturo Larena 26 de agosto, 2021

La actividad turística del avistamiento de cetáceos lleva en alza más de 70 años, desde 1950, cuando comenzó en los Estados Unidos, donde un capitán de una embarcación pesquera fue el primero en ofrecer viajes de paseo para ver ballenas durante la temporada baja de pesca.

Inicialmente, los pescadores cobraban un dólar a los interesados por esta inusual actividad.

No obstante, esta atracción fue ganando adeptos rápidamente alrededor de todo el mundo, llegando a las aguas de Latinoamérica, una década después, con México, Argentina y Costa Rica como pioneros, y llegando a convertirse en una actividad que genera importantes ingresos económicos a las comunidades en donde se realiza.

Turismo ecológico

Este tipo de turismo ecológico está presente en Panamá desde finales de los noventa, cuando antiguos pescadores, aprovechando la presencia de las poblaciones de ballenas residentes y migratorias en nuestras aguas, reconvirtieron sus actividades en prácticas económicas alternativas y menos impactantes en el medio ambiente.

Actualmente se estima que el avistamiento de cetáceos en América Latina ha tenido un aumento constante desde que empezó a promoverse, siendo una de las formas de turismo que más ha crecido en los últimos 20 años.

Sirve de base, además, para otras actividades, como el aumento de la investigación científica con la que se determinan aspectos importantes sobre diversidad, el estado de poblaciones y el impacto que ha generado el desarrollo del avistamiento para las propias ballenas.

Avistamiento en Panamá

La oferta de avistamiento marino en Panamá se ha visto reforzada con la presencia de poblaciones residentes de delfines, como el delfín nariz de botella y el delfín manchado pantropical, que es la especie más común y abundante del Pacífico.

No obstante, el avistamiento de ballenas jorobadas se mantiene como la actividad principal y puede disfrutarse en dos épocas del año diferentes: la población del Pacífico Norte llega a Panamá entre diciembre y marzo, mientras que la del Pacífico Sur llega entre julio y octubre.

El avistamiento turístico de cetáceos se desarrolla en cuatro grandes zonas del Pacífico: el archipiélago de Las Perlas, Pedasí (enfocado en Isla Iguana), el golfo de Montijo y el golfo de Chiriquí (incluido el Parque Nacional Coiba), mientras que en el Caribe panameño se desarrolla en la bahía de Bocatorito, conocida como la bahía de Los Delfines, donde los turistas pueden observar una población residente de delfín nariz de botella, que tiene características genéticas y demográficas que la hace especialmente vulnerable a las malas prácticas que puedan darse durante estas excursiones.

Protocolo de Avistamiento

La fama de esta actividad tuvo como consecuencia que en 2007 se tuviera que desarrollar el primer Protocolo de Avistamiento para las aguas jurisdiccionales de Panamá, que estableció la normativa que regula el avistamiento, estableciendo las recomendaciones para desarrollar expediciones con el menor impacto posible para las ballenas, delfines y los ecosistemas en donde estos se encuentran.

En 2017, el protocolo fue revisado y actualizado, incluyendo un capítulo de sanciones para aquellas personas y embarcaciones que incumplen con lo establecido en la normativa.

Además, el Comité de Mamíferos Marinos de Panamá está evaluando nuevamente el documento para hacer más eficaz el proceso de registro de las personas y empresas que ofrecen este cada vez más popular servicio turístico en el país.

Debido al aumento de la presión sobre las poblaciones de ballenas, sectores gubernamentales y no gubernamentales han iniciado programas de capacitación, que incluyen conocimientos básicos de biología y ecología para entender la normativa vigente, así como líneas de gestión turística para incentivar servicios de calidad.

Todo esto tiene como objetivo mejorar las prácticas de los capitanes que ofrecen el servicio en las diferentes comunidades en donde se lleva a cabo.

Haciendo uso de una alegoría conocida, aunque sobre una especie totalmente diferente, se trata de que nuestras comunidades no acaben con la “gallina de los huevos de oro”, entendiendo, por otra parte, que las ballenas son mamíferos.

Desde el conocimiento del entorno y el valor de la biodiversidad como un patrimonio singular del país, Panamá definitivamente aboga por un balance ecológico entre la pesca y la conservación.

 

(*) José Julio Casas es director nacional de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente de Panamá y docente investigador de la Universidad Marítima Internacional de Panamá, así como investigador asociado en Coiba AIP. Biólogo marino de formación, también forma parte de la Comisión Ballenera Internacional donde ejerce como asesor científico por Panamá.

 

 

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Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEverde [/box]

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Arturo Larena

#PeriodistaAmbiental de la vieja escuela, maestro en #Fundación Gabo. Premio Nacional de Medio Ambiente 2005 y de la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad (Periodismo). Diseñé y fundé www.efeverde.com en 2009. Más sobre mí: www.arturolarena.com

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