Por Miguel Herdín, director general de Weleda España.
Desde el punto de vista personal, desde joven me ha interesado el concepto de Gaia como hipótesis que defiende que el planeta Tierra es de por sí un organismo, que tiene capacidad para autorregularse y está integrado por todos los seres vivos y sus circunstancias medioambientales.
En este sentido, todos nosotros somos elementos constituyentes de este planeta y por lo tanto podríamos decir que somos parte “un todo”. Además, como seres conscientes, somos también responsables de lo que ocurre en nuestro entorno.
Esta visión holística es la que impulsa a Weleda a trabajar diariamente bajo la premisa de que: todo lo que hacemos al planeta, nos lo hacemos a nosotros mismos. En este contexto, solo trabajando juntos desde la responsabilidad de cada uno, podremos garantizar la supervivencia a largo plazo del ser humano en la Tierra.
Por lo tanto, para mi y para Weleda, el comercio justo significa actuar en consecuencia con esa visión holística de que somos uno en este viaje terrestre y que lo que hacemos a los demás, repercute en nosotros y en todo el sistema.
Desde la perspectiva empresarial, el comercio justo no solo representa una oportunidad para promover la equidad social, también ofrece un marco efectivo para integrar prácticas sostenibles en las cadenas de suministro.
Al priorizar la transparencia, la equidad y la responsabilidad social, las empresas pueden no solo mejorar las condiciones de trabajo, sino también mitigar los impactos negativos sobre el medioambiente.
Como CEO en España de una firma dedicada al cuidado de las personas a través de su piel, de manera responsable con la naturaleza, creo firmemente en la importancia de consolidar y fomentar el comercio justo.
Esta defensa no se mantiene como un check más a realizar de cara a la galería, si no como un pilar fundamental de la estrategia empresarial de una firma socialmente responsable: sin responsabilidad no hay crecimiento.
La adopción de estándares de comercio justo en las operaciones empresariales implica un compromiso firme con la ética comercial y la sostenibilidad ambiental. Al establecer relaciones comerciales basadas en principios de justicia, las empresas pueden fomentar la resiliencia de las comunidades productoras, proteger los ecosistemas locales y reducir su huella de carbono.
Desde un punto de vista estrictamente empresarial, el comercio justo impacta en la rentabilidad de la empresa en el sentido de involucrar a todas las partes de la cadena de suministro: salarios dignos, relaciones comerciales sostenibles y principios éticos básicos, elementos que garantizan la continuidad de productores y trabajadores.
Pero el comercio justo no solo beneficia a las empresas, sino también a las comunidades de origen. Al comprar ingredientes de manera justa, contribuimos al desarrollo económico local, proporcionando empleos y mejorando la calidad de vida. Además, apoyamos proyectos comunitarios, como la construcción de escuelas o la provisión de servicios de salud.
El comercio justo también ayuda a proteger el medio ambiente. Al trabajar con proveedores que utilizan prácticas agrícolas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, podemos asegurarnos de que nuestros productos sean producidos de manera responsable y sostenible.
Esto no solo es bueno para el medioambiente, sino que también puede ayudar a reducir los costos a largo plazo al evitar multas y sanciones ambientales.
Además, poniendo el foco en los consumidores, vemos que están cada vez más preocupados por el impacto social y ambiental de las empresas, y elegir productos que apoyen el comercio justo, estrechamente unido al cuidado del medio ambiente, puede ser un factor determinante en su decisión de compra.
Al demostrar nuestro compromiso con el comercio justo, podemos ganar la lealtad de los clientes y construir una marca sólida y respetada. La gente quiere saber el origen de los ingredientes y saber qué consumen de forma inteligente y esto es importante demostrarlo.
Por ejemplo, en Weleda lo garantizamos, desde hace años, siendo miembros de la Unión para el Biocomercio Ético (UEBT). Se trata de una organización sin ánimo de lucro que representa un modelo reconocido en todo el mundo para la obtención y uso sostenible de las materias primas.
Defiende el compromiso de respetar a las personas y la biodiversidad de sus adquisiciones, la fijación de objetivos responsables y de cuidado con la naturaleza, minimiza los riesgos para las personas y la biodiversidad e informa anualmente de cada uno de los progresos logrados en áreas de mejora, entre otros puntos.
En conclusión, el comercio justo es una práctica ética y rentable que beneficia a todos los involucrados en la cadena de suministro y puedo afirmar que esta práctica no solo es lo correcto, sino también lo inteligente desde un punto de vista empresarial.
Al abrazar los principios del comercio justo, las empresas pueden posicionarse como líderes de responsabilidad social corporativa y contribuir de manera significativa a la construcción de un mundo más equitativo y sostenible.
Espero que más empresas adopten estas prácticas en el futuro para poder ir cada vez más alineados en el cuidado de nuestros modelos de producción y la conservación de la biodiversidad.
(*) Miguel Herdín es director general de Weleda España.
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