Juan María Calvo.- Hay muchas maneras de disfrutar con la naturaleza. Pasear por el campo o por la montaña es una de ellas. Otros se divierten buscando setas. Seguro que quienes visitan un parque natural, un paraje protegido o un centro de interpretación se lo pasan estupendamente. Hay infinidad de posibilidades. Yo he encontrado una que me permite tener y cuidar árboles, incluso bosques, en mi casa urbana.
Y, además, logro grandes satisfacciones cuando, con mis manos, consigo mejorar una obra de la naturaleza, cuando logro con mi placentero trabajo hacer que una planta termine siendo mucho más bella que cuando la encontré.
La foto que podéis ver al lado de este texto es un tejo, que un amigo que se llama Juan ha transformado desde el “antes” que veis a la derecha al “ahora” que está a la izquierda.
Sí, se trata de un bonsái. Resulta que mi amigo también es un aficionado al cultivo de árboles en una bandeja, que es lo literalmente significa bon-sai en japonés, y para ello sabe algo de jardinería y conoce las técnicas para sacar la máxima belleza de un planta y hacer que esa miniatura se parezca a un árbol verdadero. Luego la cuida con amor durante años, mientras el tiempo le da la pátina que hace convertirse a la planta en un árbol venerable que cabe en tu terraza, con el anhelo de poder pasarlo a tus hijos.
Esta es una forma de saborear la naturaleza, pero conozco otras personas que crean bellísimos centros florales siguiendo las normas que se definen en el ikebana. Y los hay que se vuelven locos buscando piedras en el campo o en la playa cuyas formas, labradas de manera natural por elementos que las erosionan, recuerdan a una isla, una cabaña, una cadena montañosa o un animal. Esto es suiseki.
Voy a intentar difundir estas formas de amar a la naturaleza y de disfrutar con ella desde este rincón de la web de EFEverde.
Juan María Calvo
Periodista