El productor de café Trinidad Chavarría anda por un camino reconstruido tras el paso del huracán Iota, en el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega (Nicaragua). Efe-pbd/Jorge Torres

El productor de café Trinidad Chavarría anda por un camino reconstruido tras el paso del huracán

DESARROLLO SOSTENIBLE

El renacer de la zona cafetera de Nicaragua tras ser arrasada por los huracanes

Publicado por: generico 23 de febrero, 2021 Nicaragua

Armados con picos, palas y motosierras, un batallón de campesinos de la reserva natural Cerro Kilambe, en el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega, al de norte de Nicaragua, se ponen manos a la obra.

La zona se vio duramente azotada hace tres meses por los poderosos huracanes Eta e Iota. Ahora, estos trabajadores del campo trata de mover escombros con el objetivo de rehabilitar los caminos de tierra y poder vender sus cosechas de café, su medio principal de subsistencia.

En noviembre pasado, los huracanes Eta e Iota golpearon con toda su furia esa reserva natural, de 1.750 metros de altura sobre el nivel del mar, causando un sinnúmero de deslaves que dejaron incomunicadas a 16.000 habitantes de las comunidades de las laderas del Kilambe, un cerro que es una de las seis áreas protegidas que conforman la Reserva de la Biosfera Bosawas, uno de los pulmones de Centroamérica.

DEPENDENCIA DEL CAFÉ PARA SOBREVIVIR

Los voluntarios campesinos, como Iván Antonio Centeno, un productor de café de la comunidad de Aguas Rojas, de 52 años, se las ingeniaron para sacar, cargando sobre sus lomos y con el lodo hasta la altura de sus rodillas, sus cosechas de café y de granos básicos.

Centeno relató sus vivencias al pie de la quebrada La Esperanza, un riachuelo que se desbordó por las constantes lluvias causadas por los ciclones, que se organizaron para reparar los caminos aún cuando los suelos se encontraban saturados y la amenaza de más aludes eran latentes.

Vista de la reconstrucción de un camino destruido tras el paso del huracán Iota por el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega (Nicaragua). Efe-pbd/Jorge Torres

“Los caminos estaban destrozados. No había nada. Era horrible”,  señaló Coronado Valdivia Montenegro, de 50 años, otro productor de café de la comunidad Aguas Rojas.

El segundo huracán, el Iota, afirmó, provocó deslizamientos de tierra acompañados de rugidos, y crecidas de los riachuelos, que no causaron víctimas humanas porque lograron evacuarse a tiempo, pero sí incalculables daños a la infraestructura y a las cosechas de café, uno de los tres principales productos de exportación de Nicaragua.

Puente improvisado junto a un camino reconstruido, tras el paso del huracán Iota, en el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega (Nicaragua). Efe-pbd/ Jorge Torres

Los campesinos de esas comunidades quedaron incomunicados, no tenían una forma segura de regresar a su hogares ni a pie, ni en mula, ni en moto, y la cosecha de café que resistió las embestidas de los huracanes peligraba con perderse.

“Teníamos que pasar colgados de un mecate que amarramos entre árboles, o bien por troncos de árboles que colocamos sobre las quebradas (riachuelos) para cruzar de un lado a otro”, aseguró Valdivia Montenegro.

Los campesinos, ante el temor de perder sus cosechas y no poder pagar sus deudas, usaron las motosierras para darle forma de puente a los árboles tumbados por los huracanes, movieron tierra y lograron compactar parte de los caminos para que pasaran motos y camionetas y poder sacar el café que estaba cortado y el que tenían que cortar.

AYUDA DE LOS COMPRADORES  

Fueron dos semanas que el batallón de campesinos removió piedras, rocas, árboles tumbados, y compactar temporalmente la tierra para hacer transitable los caminos, dijo Ariel Lagos Centeno, de 37 años, de la comunidad Aguas Rojas 2.
“Estuvimos inmovilizados como dos semanas, sin salida. Una semana no se compró café”, indicó.

En la semana que vendieron el café, cuenta Carlos Rivera Herrera, de 44 años, de la comunidad La Esperanza de Kilambe, pagaron a otro batallón de campesinos para sacar cargando sobre sus lomos y con el lodo hasta la altura de sus rodillas, sus cosechas.

El café, sin embargo, tardaba en llegar a la empresa que les compra y a su vez exporta. Los compradores hicieron una visita en situ y corroboraron los daños causados por los huracanes.

Campesinos reconstruyen un camino destruido tras el paso del huracán Iota por el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega (Nicaragua). Efe-pbd/Jorge Torres

“Lo que (los productores) nos decían, era muy poco con la realidad que vimos”, manifestó Jorge Eslaquit, director comercial regional de Cisa Exportadora, perteneciente al Grupo Mercon, una de las compañías de café líderes en el mundo con casi siete décadas de experiencia.

ALIANZA PARA REHABILITAR CAMINOS

De esa forma nació una alianza entre los productores y la Fundación Semillas para el Progreso, que pertenece al Grupo Mercon, para crear un fondo de ayuda para huracanes, que permitió la rehabilitación de caminos en 11 comunidades cafetaleras de Nicaragua y Honduras.

Por medio de esa iniciativa, que incluyó a tostadores, socios y colaboradores, se logró recaudar 178.000 dólares, con lo que atendieron las necesidades urgentes de esas regiones cafetaleras, dijo Deglys Rodríguez, supervisor de obras civiles de la Fundación Semillas para el Progreso.

En total, se benefició a más de 20.000 habitantes de Nicaragua y Honduras, precisó. Según Eslaquit, apoyaron la rehabilitación de caminos en las comunidades cafetaleras de Wiwilí, que fue una de las zonas más afectadas por los huracanes, porque allí tienen una “muy buena base” de los productores a los que le compran café, con quienes, además, han logrado mantener una relación cercana.

Una casa destruida en noviembre de 2020 debido a un deslave provocado por el huracán Iota, en el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega (Nicaragua). Efeagro/Jorge Torres

CAFE DE RESERVA NATURAL

Fueron los mismos productores que avisaron a la empresa sobre los daños causados por los huracanes, y la empresa acudió inmediatamente a la zona, y evaluaron los daños y acordaron apoyar con rehabilitar los caminos para que los campesinos sacaran sus cosechas, contó.

Y es que en Wiwilí, un antiguo escenario de la guerra civil de Nicaragua en los años de 1980 del siglo pasado, el 90 % del café que se cosecha sale de la reserva natural cerro Kilambe, que debido a su imponente altura y tierras fértiles produce uno de los mejores café de calidad, cuyos precios generalmente sobrepasan a los que se cotizan en la Bolsa de Nueva York.

En esa reserva, donde los productores de café han venido cambiado las mulas por las motos o camionetas, aún son visibles los estragos provocados por los huracanes, pero también el orgullo y entusiasmo del batallón de campesinos que no se quedaron de brazos cruzados y que, con picos, palas y motosierras, movieron escombros donde ahora renace su esperanza.

Secciones : Desarrollo Sostenible

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