Siempre recordaré las burlas que tuve que escuchar en mis primeros pasos como ecologista, hace de esto más de cuarenta años. “¡Aerogeneradores en casa, molinos de viento, jajaja, como los de don Quijote!”. Luego vinieron los que se reían de las placas solares —“Te vas a helar los días nublados”— y de los digestores de metano y de cualquier cosa que pudiera ir a contracorriente, nunca mejor dicho, de las grandes eléctricas, entonces Fenosa o Endesa, dos grandes depredadoras de Galicia y El Bierzo.
Carbón: afrontar la verdad como único camino posible. Por (*) Valentín Carrera
Hacía tiempo que no devoraba un libro con tanta fruición y con el corazón encogido: la portada es inquietante, un gris indefinido de la paleta del Camino Negro con la palabra Carbón impresa en negro y el nombre de la autora, pero cuando le quitas al libro la camisa y contemplas el retrato de Ana a los nueve años, ya no puedes apartar la vista ni dejar la lectura hasta sentir cada párrafo temblar entre tus dedos.
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