Escándalo del Fipronil: ¿Por qué tenemos que seguir usando esas sustancias tóxicas? Por (*) Martin Dermine

Publicado por: generico 8 de septiembre, 2017

La reciente retirada del mercado europeo de millones de huevos contaminados con el insecticida prohibido Fipronil en Países Bajos y Bélgica, debería hacer reflexionar a la Unión Europea (UE) sobre la necesidad de un modelo distinto de agricultura más “ecológica” en Europa, según asegura en una tribuna para EURACTIV, socio de EFE, Martin Dermine, coordinador de la plataforma “Pesticide Action Network” (PAN).

Dermine, quien es además veterinario y apicultor, reflexiona sobre el uso de sustancias tóxicas para el ser humano en la agricultura europea, y apunta a la necesidad de una agricultura más orientada al consumidor “y menos al mercado”.

Este no ha sido el primer escándalo vinculado con el Fipronil. El insecticida se hizo “famoso”, junto con las no menos “famosas” neonicotinoides (insecticidas que, básicamente, actúan sobre el sistema nervioso central de los insectos) porque fue responsable de la muerte de millones de abejas en toda Europa. El Fipronil es muy tóxico para los insectos; y eso lo ha hecho muy eficaz y “popular”.

Por todo ello, fue utilizado en años pasados de forma masiva en cultivos, dado que con dosis muy bajas aplicadas a las semillas, antes de la siembra, se protegía a las plantas contra plagas de los cultivos, y al mismo tiempo intoxicaba a las abejas que recogían el néctar y el polen en esos campos de cultivo.

Bruselas restringió el uso del Fipronil y BASF no ha pedido un nuevo permiso

Afortunadamente, después de varios años de muertes masivas de colonias de abejas, la Comisión Europea restringió fuertemente el uso del Fipronil en 2013 y este año, (la multinacional química) BASF decidió no solicitar una nueva renovación de la autorización de la UE para los pocos usos restantes permitidos del producto.

¿Un producto químico sintético menos en nuestros alimentos? En realidad no. Este mes (septiembre de 2017), estamos asistiendo a una repetición de los escándalos del Fipronil de los años 90 y 2000. Pero esta vez no está relacionado con las abejas, sino con la salud humana y el fraude. La población europea ha estado comiendo durante meses (en algunos casos elevadas) dosis de un pesticida prohibido (en la cadena alimentaria) debido a un modelo de agricultura europea que, de manera engañosa se presenta a la población como seguro y barato.

Los europeos comen sustancias tóxicas a diario en frutas y hortalizas

Esta crisis demuestra que nuestro modelo de agricultura no está exento de peligros. Cada día, la población europea consume restos de pesticidas en su comida, sobre todo a través de las frutas y hortalizas que ingieren, pero también en los huevos (tal como nos hemos enterado este verano) o en la leche (se solía alimentar a las vacas con maíz tratado con Fipronil, y su leche contiene restos de Fipronil). Además, aparte de contaminarse con pesticidas, la calidad de los alimentos que produce la agricultura convencional es más baja de la que se genera con una agricultura más “ecológica”: tiene menos vitaminas, menos antioxidantes y menor nivel de micronutrientes.

La agencia federal de sanidad de Bélgica se ha defendido porque no se han encontrado restos de Fipronil en los controles rutinarios de huevos, ya que no es una sustancia permitida. Solo se hacen controles de las sustancias autorizadas, aseguran. Controlar todas las sustancias existentes tendría un coste enorme e insostenible. Es muy probable que las contaminaciones con substancias no autorizadas se produzcan de manera regular en Europa, y por ello ¡es imposible asegurar que la agricultura intensiva con substancias químicas sea segura!

Enterrar un modelo de agricultura insostenible en la UE

Esta nueva crisis debería ser otro argumento más para enterrar un modelo de agricultura que es insostenible, contaminante y peligrosa. Pero lo que resulta llamativo es que la pregunta que escuchamos hoy es: ¿Dónde fallaron los controles y la comunicación?, en lugar de: ¿Para qué necesitamos esas substancias tóxicas para producir nuestros alimentos?”.

El sector agroalimentario asegura que el uso de productos químicos en la producción de alimentos es seguro, pero las evidencias demuestran que la exposición prolongada en el tiempo a dosis bajas de “cócteles” de pesticidas tiene un efecto en, por ejemplo, nuestro sistema hormonal y en nuestro sistema inmunitario.

Se ha demostrado que el Fipronil, en dosis bajas, produce desequilibrios del desarrollo neurológico. Así que cuando los legisladores intentan tranquilizar a los ciudadanos sobre la ausencia de peligro, deberían probablemente echar un vistazo a lo que nos dice la ciencia, y mostrarse más humildes ante nuestra falta de conocimiento…

El monocultivo, caldo de cultivo para las plagas

Elevadas densidades de la misma planta (monocultivo) o de la misma especie animal favorecen las plagas. El monocultivo no es natural, y por ello necesita tratamientos artificiales para poder mantenerse. Al tiempo que los monocultivos de maíz, cereales, colza y otros son puertas abiertas para las plagas, las granjas avícolas industriales son paraísos para que incuben las enfermedades en los animales. Podemos también compararlo con la producción intensiva de cerdo o de leche, que desembocó en infecciones bacterianas y en la necesidad de usar más antibióticos.

Pero vamos a dejar las comparaciones ahí, ya que todo el sistema de agricultura convencional en Europa está basado en el mismo modelo de concentración de una sola especie de animal o planta.

La nutrición es la base de nuestra salud. ¡Hay otra manera de producir alimentos sin pesticidas! Si hacemos un cambio desde nuestro modelo post Segunda Guerra Mundial de agricultura industrial hacia uno que esté basado en el ingente conocimiento que tenemos ahora sobre las soluciones naturales, podríamos prevenir crisis futuras. Muchos sectores de la agricultura ya se mueven en esa dirección.

Un modelo alternativo sin pesticidas

Por ejemplo, en muchas áreas el sector vinícola está dando pasos graduales para convertirse en una agricultura libre de pesticidas por la salud de trabajadores, espectadores y consumidores, además de para beneficiar al medio ambiente.

Eso es una respuesta a lo que piden los consumidores, y es posible gracias a la ciencia y al conocimiento. La producción ganadera debería transitar por la misma senda: el conocimiento científico sobre la biología de las plagas y las técnicas de gestión permiten evitar la dependencia de los químicos sintéticos.

Además, es necesaria una nueva revolución agrícola, con explotaciones más pequeñas, más diversificadas, para evitar los monocultivos. Son necesarias granjas que estén orientadas al consumidor más que al mercado, para aumentar la calidad más que los beneficios de los accionistas.

Contribuir a la autosuficiencia de Europa

En Europa occidental, las explotaciones de pequeña escala se están extendiendo rápidamente. Las políticas europeas, como la Política Agrícola Común (PAC) o el programa de investigación Horizonte 2020 deberían impulsar decididamente ese modelo de agricultura. Las explotaciones agrícolas y ganaderas a pequeña escala crean muchos más puestos de trabajo que la agricultura industrial, no dañan al medio ambiente, producen alimentos saludables y no contaminados y participan en la economía local, además de contribuir a la autosuficiencia y resiliencia de Europa.

Producir cereales en Europa para alimentar gallinas y exportar sus huevos fuera de la UE, al tiempo que la UE importa mucha de la fruta y las hortalizas que consume es algo que no tiene sentido. ¡Relocalicemos nuestra agricultura!

Pronto se debatirá la reforma de la PAC en la UE. Será una oportunidad para analizar cómo podemos promover esas reformas de la agricultura europea, para evitar nuevos escándalos como el del Fipronil. Sería beneficioso para la UE en cuestión de empleos, salud y calidad del medio ambiente.

(*) Martin Dermine es coordinador de la plataforma “Pesticide Action Network” (PAN).

Versión española: Fernando Heller/EuroEFE

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Las opiniones vertidas en esta tribuna reflejan exclusivamente la posición de su autor y no pueden ser atribuidas a EuroEFE.EURACTIV.es ni a ninguno de los asociados de la red europea de EURACTIV ni a la Agencia EFE