Las ardillas que vivieron hace 36 millones de años se alimentaban de nueces y semillas, una dieta que ha cambiado poco con respecto a las especies actuales, según una investigación llevada a cabo por el Instituto Catalán de Paleontología (ICP) Miquel Crusafont.
Los investigadores del ICP Isaac Casanovas y Jan van Dam, que han publicado su trabajo en la revista “Plos One”, han reconstruido la dieta de las primeras ardillas a partir del estudio de la forma de más de 300 mandíbulas, de especies actuales y extintas, y del análisis de su historia evolutiva.
Según han explicado los paleontólogos, la anatomía de los seres vivos está determinada por varios factores.
Uno de ellos es la forma de una estructura concreta, como puede ser la de la mandíbula o de las extremidades, que puede haber evolucionado como adaptación para realizar una función determinada.
Otro factor es que una especie haya heredado esa morfología de un ancestro, lo que se llama filogenia, es decir, la relación de parentesco entre dos especies.
Cuando se estudia la evolución de cualquier estructura, como la mandíbula en este caso, a menudo resulta difícil decidir si la adaptación o la filogenia han determinado la forma, según los paleontólogos.
Sin embargo, recientemente se han desarrollado métodos matemáticos muy complejos que permiten evaluarlo.
En el estudio de Casanovas y Van Dam han aplicado estos métodos a las especies de ardillas actuales y han evaluado qué influencia tiene el tipo de alimentación en la forma de la mandíbula.
Han comparado 301 mandíbulas de 44 especies diferentes de ardillas y han determinado que la forma de la mandíbula infiere de forma fiable el tipo de alimentación de una determinada especie.
Esto ha permitido concluir que ‘Douglassciurus Jefferson’, la especie de ardilla más antigua que se conoce, se alimentaba de nueces y semillas hace unos 36 millones de años.
La forma de la mandíbula de las ardillas que se alimentan de semillas o frutos con cáscaras muy duras, como la ardilla gigante índico, se caracteriza por un cuerpo robusto (la parte de la mandíbula que lleva los dientes).
Esta forma les permite morder con mucha fuerza. En cambio, las que se alimentan de hojas, grano o insectos presentan mandíbulas más largas y delicadas porque no requieren un mordisco potente con los dientes incisivos, según el estudio.
La ardilla gris, así como la mayoría de especies, tiene una mandíbula intermedia entre estos dos grandes tipos, apto para consumir prácticamente cualquier cosa.
A pesar de que la forma de la mandíbula depende en gran parte de la dieta, este estudio demuestra que también está fuertemente condicionada por la filogenia.
Muchas especies han mantenido la dieta a base de nueces y semillas de sus ancestros y su mandíbula no ha cambiado demasiado durante muchos millones de años.
Actualmente hay unas 200 especies de ardillas distribuidas por bosques de casi todo el planeta. En la mayoría de casos han conservado las características de sus ancestros, lo que hace que a veces los paleontólogos les llamen “fósiles vivientes”.
Aunque las ardillas han sido tradicionalmente consideradas como un grupo conservador que ha sufrido pocos cambios desde su origen, la presencia de especies altamente especializadas demuestra que no es una característica intrínseca de este grupo.
Determinados grupos de ardillas han desarrollado adaptaciones notables que les han especializado en recursos alimenticios.
La subfamilia de los ‘callosciurininos’, un grupo formado por más de 60 especies que viven en los bosques tropicales del sudeste asiático, presenta especies muy sorprendentes, incluyendo la única ardilla exclusivamente insectívora y otras que comen corteza.
Los ‘callosciurininos’ llegaron al sudeste asiático hace unos 21 millones de años y allí se diversificaron para aprovechar los variados recursos de los bosques tropicales, donde hay muchas especies de ardillas y todas muy diferentes, con mandíbulas especializadas para alimentarse de recursos muy concretos.
Por el contrario, los bosques templados de Europa o América del Norte tienen una diversidad de plantas y recursos mucho menor y, por tanto, también hay menos especies de ardillas, la mayoría de las cuales comen nueces, frutos y semillas como sus ancestros . EFE