Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de la Antonio de Nebrija han desarrollado una herramienta que calcula la huella de carbono dentro de la planificación urbanística con objeto de reducir las emisiones de efecto invernadero que genera una localidad.
En una nota de prensa, la UCM afirma que este método pionero se ha probado en 33 municipios de Madrid y Toledo y podría aplicarse en núcleos urbanos similares para identificar y cuantificar los gases de efecto invernadero emitidos por los productos o actividades humanas de forma individual.
Identificar para prevenir
Según Sergio Zubelzu, profesor de la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UCM, se trata de un método “novedoso porque, a nivel de diseño urbanístico, resulta muy sencillo implementar medidas preventivas de las emisiones sostenibles en el tiempo”.
Zubelzu ha definido las actividades que generan gases de efecto invernadero propias del plan urbanístico, como la potabilización de agua, la gestión de aguas residuales, el tratamiento de residuos, el transporte y el suministro eléctrico y gasístico.
El modelo clasifica las diferentes actividades industriales en categorías y divide el uso del suelo en urbano, urbanizable y no urbanizable.
Los datos utilizados proceden de 33 localidades de tamaño medio entre Madrid y Toledo, como Chinchón, Villaconejos o Titulcia, “un conjunto de municipios con un sector industrial relevante y muy dependientes en términos económicos de ambas capitales”, ha añadido el profesor.
Emisiones contaminantes
El trabajo, publicado en Energy Policy, revela que las industrias químicas son las más contaminantes por su elevado consumo energético, con más de 1.100 kilogramos de dióxido de carbono por metro cuadrado, mientras que las industrias de muebles y otros productos manufacturados son las que menos emisiones generan (43,5 Kg).
Así, la media de la huella de carbono de todas las actividades industriales se sitúa en 469,89 kilogramos de dióxido de carbono por kilómetro cuadrado.
El gas y la electricidad son las mayores fuentes contaminantes en la industria química y de productos minerales no metálicos (como el cemento), mientras que el transporte es el mayor agente de emisiones en las demás actividades industriales.
“La herramienta se puede aplicar en cualquier zona con características similares a las analizadas, especialmente si se sitúan en el entorno de un gran centro económico y cuentan con actividades industriales”, ha explicado Zubelzu.