El tiempo y el big data son oro, pero la basura también. O nos convencemos todos rápidamente de que en los 2.200 millones de toneladas de residuos urbanos que se generarán anualmente en el 2025, según el Banco Mundial, hay lingotes de oro puro, o la Economía Circular será lo más parecido a transferir dinero de una cuenta bancaria a otra de forma rotativa y constante. No queda mucho tiempo; se debe actuar con celeridad.
Hay que recordar que la propia determinación para alcanzar el éxito es más importante que cualquier otro elemento. Sin embargo, se debe alimentar la perseverancia, sino estaremos abocados al fracaso más absoluto. Y existen casos.
Resulta complicado ver una mina de diamantes en los asentamientos vertedero en los que los humanos nacen, crecen y se reproducen entre residuos e inmundicia desde hace generaciones. Buenos ejemplos de ello son los asentamientos vertedero de Koshe o Reppi cercanos a Addis Abbeba, en Etiopía; de la Chureca en Managua, Nicargua; de Yakarta, Indonesia; o el Gramacho en las afueras de Río de Janeiro, Brasil o en la India. Allí se han erigido sagas familiares condenadas a la esclavitud de los residuos tóxicos. Y sus hijos se sumergen en las aguas contaminadas de los ríos colindantes para recuperar alimentos lanzados allí como ofrendas. Y resulta muy fácil escribir estas líneas desde la vieja Europa, el gran parque temático de la humanidad a resguardo de todo, cuna de la civilización. ¿Pero de qué civilización estamos hablando? ¿Nos referimos a la que compra parcelas de terreno en países en vías de desarrollo para mandar sus propios detritos en contenedores porque aquí ya no caben más desperdicios?
Cuna de la basura
Europa, cuna de la civilización; Europa, cuna del reciclaje; Europa, cuna de la Economía Circular; Europa, cuna de la basura; Europa, cuna de la nueva fiebre del oro. Vayamos por partes. En la UE los países generan diferentes cantidades de deshechos. Noruega produce más de media tonelada y cuarto (777 kilogramos) de residuos per cápita al año. Se ha convertido en la campeona de los residuos. Rumanía es el país menos contaminante con 261 kilos al año, según Eurostat. Holanda se sitúa justo en mitad de la tabla, con 521 kilos por habitante al año. Curiosamente, siempre según datos extraídos de Eurostat, los países que más residuos generan no son los que más reciclan. En concreto, Noruega recicla un 38,2% y por su parte, Rumanía un 13,3%. Holanda se ha convertido en uno de los tres países de la UE que más recicla, un 53,1% por detrás de Bélgica y Alemania, en orden creciente. Nos llevan ventaja, una ventaja interesante que, además, les ha permitido con una mayor inversión en innovación y desarrollo encontrar esos lingotes de oro. Ellos ya saben que la Economía Circular produce beneficios económicos.
Chicle
En Holanda cada año acaban incrustados en las aceras 1,5 millones de kilos de chicle. Los Ayuntamientos del país invierten millones de euros en limpiarlos. La goma de mascar tiene un problema añadido, tarda entre 20 y 25 años en biodegradarse, toda una generación. Ante esta correosa amenaza, Holanda tomó una decisión: creó el primer calzado hecho con chicles de la calle. Esto surgió cuando Jolande Penninks fundó Gumbudy, dedicada a recolector los chicles de la gente en unos tableros instalados en los lugares más céntricos y concurridos de Ámsterdam y Róterdam. Eso no fue todo. El gran paso de gigante llegó cuando diversas localidades del área metropolitana de la capital holandesa idearon Gumshoe, el primer zapato del mundo fabricado con chicle.
Zancadas de gigante
Sin embargo, los milagros no sólo ocurren en Europa. En el mal llamado mundo subdesarrollado pasan cosas. Allí no se dan pasitos, sino zancadas. En la India se ha puesto en marcha otra iniciativa absolutamente disruptiva. Protoprint se ha constituido como empresa social para apoyar a los recogedores de residuos que viven en grandes comunidades y asentamientos vertedero. Se les ha dado una tecnología low-cost para que produzcan filamento destinado a las impresoras 3D del plástico que recolectan diariamente. Todos los beneficios revierten en la comunidad.
A miles de kilómetros de allí, hacia el oeste de la India, en otro continente también se ha dado un salto de gigante. En Kampala, la capital de Uganda, en África, alguien ha conseguido una prótesis barata, cómoda y eficaz para su pierna amputada gracias a una impresora 3D. La OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que 30 millones de personas en países en vías de desarrollo requieren miembros ortopédicos. El problema es que resultan extremadamente costosas, no hay expertos, el material adecuado resulta difícil de encontrar, los procesos de construcción son larguísimos y no existen centros especializados.
Eso ha cambiado, el Hospital de Servicios Integrales de Rehabilitación de Uganda, uno de los centros más importantes del este africano en el ámbito protésico ha revolucionado la vida de los pacientes. Con impresoras 3D ha conseguido producir en sólo unas horas prótesis ligeras y baratas. Si los polímeros que se utilizan para crear esas prótesis vinieran de los residuos que se extraen en los asentamientos de la India, estaríamos ante un auténtico ejemplo de Economía Circular. Hay que invertir en la Economía Circular porque en ella reside la llave hacia un mundo más sostenible para todos los habitantes del planeta.
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(*) Christian Manrique es CEO y fundador de SOULWARE. www.christianmanrique.com.
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