utor: Juán López de Uralde
En la misma semana en que la gasolina alcanza los precios máximos históricos en España, el gobierno dicta una moratoria contra las ayudas a las energías renovables. Esta moratoria implícitamente es una llamada a consumir más combustibles fósiles, y por lo tanto es un disparate para nuestra economía, que transfiere al año más de 40.000 millones de euros (datos de 2011) a los países productores de petróleo.
Las energías renovables han aportado a España en los últimos años una re-industrialización moderna y con alto valor añadido. Nuestro país ha llegado a ser líder mundial en el desarrollo de algunas de estas tecnologías. Renunciar al liderazgo en renovables, uno de los sectores que más aporta en innovación tecnológica en nuestro tejido productivo, no sólo es un error político, sino que es un desastre económico y social.
Mientras Europa se mueve para cumplir el objetivo del 20% de renovables para el año 2020, España echa el freno. Una vez más vemos cómo se renuncia a cumplir un objetivo de largo plazo, por el egoísmo de las políticas del momento. No podemos olvidar que nos enfrentamos a un cambio climático catastrófico si no actuamos con urgencia, y esa acción pasa por la reducción de emisiones de gases contaminantes.
Las renovables no son las culpables del déficit de tarifa. Esa acusación no se sostiene. El coste económico de las renovables está en descenso, mientras que los combustibles fósiles no dejan de subir. Y esa tendencia va a continuar.
En los años 2009-2010 se destruyeron 20.000 empleos en el sector de las renovables. Pero mucho peor todavía del empleo que se destruirá con esta moratoria, será todo el empleo que va a dejar de generarse por esta decisión absurda. Hasta un millón de empleos podrían crearse en este sector y sus industrias asociadas, si se apostara claramente por impulsarlas. No hay excusas para frenar las renovables.
España necesita una estrategia energética a largo plazo, pero con un horizonte claro de aprovechamiento de nuestros recursos: el sol y el viento. Hay que dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles, y mirar hacia delante apostando claramente por las energías limpias. Un escenario 100% renovable es posible, pero hace falta voluntad política para llegar a él.
Sobre el autor:
Juan López de Uralde, es secretario general de Equo