Mientras los gobiernos se pelean en la COP15, las empresas pueden actuar para proteger la biodiversidad. Por (*) Mariana Sarmiento y José Lindo

Publicado por: Arturo Larena 18 de diciembre, 2022

La COP15 está a punto de cerrarse en Montreal, pero hasta ahora no ha traído los avances esperados. El objetivo de las Naciones Unidas es llegar a un acuerdo para proteger el 30% del planeta de cara al 2030: una meta que todos apoyan. Pero en los últimos días de la conferencia de la biodiversidad, el tema de quién debe financiar esta protección ha generado mucha tensión, y un Acuerdo de París para la naturaleza parece fuera de alcance.

Además, falta alineamiento entre las negociaciones climáticas y las de biodiversidad: por ejemplo, la expansión de la minería para conseguir los objetivos de electrificación del transporte generará daños indiscutibles a nivel de biodiversidad.

Este es sólo un ejemplo de la falta de claridad sobre la forma en que las metas de descarbonización y de protección de la naturaleza se encajarán.

Sin embargo, está claro que la protección de la biodiversidad está ganando enfoque en las negociaciones climáticas. Ya el mes pasado en Sharm El-Sheikh, la restauración de la naturaleza fue una de las prioridades de la COP27.

Entre 1970 y 2018, las poblaciones de fauna salvaje han perdido en promedio el 69% de sus miembros, según el informe Planeta Vivo 2022 de WWF. Sabemos que esta disminución es el resultado de la actividad humana, y ahora sabemos también que la pérdida de la biodiversidad sólo perjudica nuestros esfuerzos de mitigación de la crisis climática.

Cuanto más biodiverso es un ecosistema natural, más fuerte es su capacidad de adaptación y mitigación al cambio climático, aportando a la absorción de toneladas de carbono.

Con la reducción de la biodiversidad en los bosques, los humedales y los océanos, estos sumideros de carbono naturales están perdiendo su eficiencia. Pero la pérdida de la biodiversidad también puede causar efectos secundarios nefastos, como son las pandemias.

Durante la fase más temprana de la COVID-19, investigadores identificaron que el coste financiero para prevenir futuras pandemias por zoonosis mediante la reducción de la deforestación y la protección de los animales salvajes, sería de 31 billones de dólares.

Es una cantidad increíblemente baja, si tenemos en cuenta que la pandemia costó a la economía hasta 15 trillones sin contar el tremendo dolor de las familias de los fallecidos.

Es inaceptable que los países representados en la COP15 hayan olvidado tan rápidamente este dato y estén discutiendo quién paga. Todos debemos pagar, tanto gobiernos como empresas y ciudadanos.

Invertir millones en la reducción y en la compensación de la huella de carbono sin hacer nada para proteger y restaurar la diversidad biológica de la fauna y flora del planeta es un esfuerzo incompleto.

Esto vale a nivel global, pero también a nivel corporativo: las empresas que tienen la ambición seria de reducir y mitigar su impacto ambiental deben considerar la biodiversidad como parte integrante de su estrategia climática.

Las negociaciones internacionales han sido más lentas que lo esperado, pero es importante que las empresas sepan que ya existen mecanismos para proteger y restaurar la biodiversidad: por ejemplo, en mayo de 2022, Terrasos y ClimateTrade, en conjunto con XM, BID Lab y Partnership for Forest, unieron esfuerzos para comercializar créditos de biodiversidad voluntarios en el marketplace climático de ClimateTrade basado en la tecnología blockchain.

Estos créditos se generaron en el Banco de Hábitat del Bosque de Niebla-El Globo, en Colombia, donde Terrasos desarrolló una metodología para convertir los esfuerzos de protección y restauración de la biodiversidad en unidades económicas que se puedan vender.

Cada crédito representa 10 metros cuadrados de tierra protegida o restaurada durante 30 años. El precio de los créditos se calculó a partir de los costos de implementación y de monitoreo de las diferentes medidas de conservación y restauración, incluyendo además la gestión técnica, financiera y legal, así como los incentivos a los propietarios de la tierra, durante los 30 años de la vida del crédito.

Comparados con las campañas de adopción de vida salvaje o de contribución voluntaria a su protección, los créditos de biodiversidad establecen un marco legal, financiero y técnico para la protección de la naturaleza en un periodo definido.

Implican el monitoreo de indicadores de conservación y restauración, como puede ser el número de especies en el área, o el tamaño de sus poblaciones, asegurando la rigurosidad en las metodologías y análisis para así lograr los compromisos en naturaleza positiva.

Estos créditos además incluyen, dentro de sus principios rectores, la transparencia y trazabilidad en toda la cadena de valor, lo que permite capitalizar las lecciones aprendidas del mercado de carbono, generando créditos caracterizados por su alta integridad.

Por el momento, estos créditos no se pueden revender, ya que para cumplir con los objetivos de la naturaleza, primero debemos aumentar la huella de estas contribuciones permanentes de biodiversidad: las empresas y las personas que los compran son sus propietarios durante toda la duración del crédito.

Aquellos que eligen comprar estos créditos no lo hacen para lograr un impacto neutral en biodiversidad, sino para volverse “nature-positive”.

Por todas estas razones, los créditos de biodiversidad han sido reconocidos por el Foro Económico Mundial (WEF) como un instrumento relevante para financiar la protección de la naturaleza.

Para una empresa, invertir en Créditos de Biodiversidad Voluntarios es una forma increíble de implicar a todos sus grupos de interés en la generación de impacto ambiental positivo.

Ya que el crédito se mantiene en el portfolio de la compañía durante 20 a 30 años, se pueden comunicar actualizaciones periódicas sobre el proyecto asociado, con datos sobre las medidas implementadas y el aumento de la biodiversidad.

A diferencia del carbono, la fauna y la flora son palpables y visibles: su permanencia y aumento gracias a la inversión de la empresa es medible y se logra cuantificar rigurosamente, generando una gran satisfacción entre ambos empleados y clientes.

Puede que la COP15 sea una decepción si los gobiernos no llegan al consenso sobre los mecanismos de protección de la naturaleza.

Pero las empresas no necesitan esperar un acuerdo internacional para actuar: cuidar de la biodiversidad es una forma de integrar la acción climática en su día a día, concienciando a sus empleados y cumpliendo con las expectativas de sus clientes más comprometidos con el medioambiente.

Mariana Sarmiento es directora ejecutiva de Terrasos.

 

 

 

 

(*) Mariana Sarmiento es directora ejecutiva de Terrasos.

 

 

 

 

José Lindo es cofundador de ClimateTrade.

 

 

 

(*) José Lindo es cofundador de ClimateTrade.

 

 

 


 

Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia en EFEnoticias y  EFEverde

Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde

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Arturo Larena

#PeriodistaAmbiental de la vieja escuela, maestro en #Fundación Gabo. Premio Nacional de Medio Ambiente 2005 y de la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad (Periodismo). Diseñé y fundé www.efeverde.com en 2009. Más sobre mí: www.arturolarena.com

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