(*) Carlos Gª Soto.- Una reunión de abogados y diplomáticos con un ritmo de toma de decisiones casi geológico y un lenguaje cortés pero lleno de circunvalaciones puede parecer el lugar menos deseable para un científico y sin embargo esta semana ha sido el lugar a estar.
Este lunes 17 de septiembre de 2018 ha terminado en Nueva York la primera de las sesiones de la Conferencia Intergubernamental que ha empezado a elaborar (después de 15 años de conversaciones) el futuro tratado internacional para la Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina en Áreas Más Allá de la Jurisdicción Nacional. El llamado proceso BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction). Un tratado que definirá como usamos y protegemos los océanos de alta mar, los océanos que son propiedad de todos.
Cuatro grandes temas
Son muchos los temas donde la aportación de los científicos en esta Conferencia es necesaria. El tratado incluye 1 cuatro apartados claves: (i) el uso de los recursos genéticos marinos (y el discutido reparto de sus beneficios), (ii) las futuras áreas marinas protegidas en alta mar, (ii) las evaluaciones de impacto ambiental en las aguas internacionales, y (iv) por último (y no menos importante) la creación de capacidades en estos temas en los países en vías de desarrollo que carecen de ellas.
En estos cuatro objetivos la contribución de la Ciencia es fundamental. El documento inicial de recomendaciones de la Asamblea General 2 describe por ejemplo que la identificación, creación y gestión de las futuras áreas marinas protegidas deberían estar guiadas por la mejor información científica disponible. Estos criterios científicos deberían reflejar entre otros la fragilidad, la diversidad, la rareza y la conectividad de las áreas a proteger. La propuesta de creación de una nueva área marina protegida debería incluir entre sus elementos un plan de investigación y monitorización. La Ciencia es así un actor principal de la futura protección del océano que debe estar presente no sólo en la puesta en marcha del tratado sino también ahora mismo en su elaboración (y en ello hemos estado).
Áreas marinas protegidas internacionales
La protección de áreas marinas no es solo un objetivo del futuro tratado BBNJ sino también un elemento clave del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 sobre Océanos. La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible incluye el compromiso de los Estados para conservar como áreas marinas protegidas el 10% de los mares mundiales para el año 2020. Un objetivo así no puede lograrse sin incorporar grandes regiones oceánicas internacionales. Y es aquí donde el tratado BBNJ puede proveer un mecanismo global y reconocido internacionalmente para la creación de reservas globales en alta mar.
Las áreas marinas protegidas no solo salvaguardan la biodiversidad sino que benefician a los ecosistemas adyacentes, mantienen el balance del ecosistema protegiendo a los depredadores e incrementan la resiliencia del ecosistema frente al cambio climático. Estos beneficios son mayores cuando las áreas marinas protegidas son grandes, duraderas y bien gestionadas. El futuro tratado puede proveer el mecanismo para identificar y designar las áreas marinas protegidas, los criterios científicos para su evaluación y el marco legal internacional donde consultar y colaborar con las organizaciones regionales y sectoriales ya existentes.
Conectividad del océano
Un aspecto clave de las futuras áreas marinas protegidas es la comprensión y gestión de su conectividad. Las especies migratorias como las tortugas marinas, las ballenas, los túnidos y muchas aves dependen de hábitats muy distantes geográficamente donde se reproducen y alimentan a través de migraciones estacionales. Es por ello necesario proteger no sólo las localizaciones de estas especies sino también las rutas que las unen. La actividad de los científicos es también aquí relevante para comprender mejor esta conectividad migratoria ayudando a promover mejores medidas de conservación y gestión.
La consideración de la conectividad incluye también la contaminación acústica submarina. El ruido se desplaza a través del agua rápidamente y sobre grandes distancias, traspasa fácilmente límites jurisdiccionales nacionales y causa impactos significativos en etáceos. El nuevo tratado es por ello también una oportunidad para gestionar globalmente este tipo de contaminación originada entre otros por el tráfico marítimo o las prospecciones de petróleo y gas. Existen medidas de minimización. La inclusión del ruido submarino en el tratado BBNJ afectaría al articulado sobre áreas marinas protegidas y al de evaluaciones de impacto ambiental. Estas últimas son un requerimiento de la ley internacional (incluida la Convención del Mar) para gestionar y prevenir actividades que causan un daño medioambiental.
Gobernanza internacional del Mar
Y finalmente, la gobernanza internacional de los océanos llevada a cabo actualmente por 13 organizaciones regionales de ordenación pesquera, 4 organizaciones o convenciones regionales marinas y 4 organizaciones sectoriales globales incluyendo la de tráfico marítimo y la de explotación minera submarina. Estos organismos difieren en la naturaleza vinculante o no de sus decisiones, su cobertura geográfica y sus objetivos a veces aparentemente contradictorios (conservación vs. uso: a pesar del apellido sostenible, usado a veces demasiado ligeramente).
La resolución de la Asamblea General 1 que ha iniciado el proceso nos indica claramente que el nuevo tratado no debe menoscabar el mandato de los organismos regionales y sectoriales preexistentes. No obstante para preservar de forma efectiva los ecosistemas marinos el organismo de gobernanza que cree el nuevo tratado debe tener la autorizad suficiente para conservar el ecosistema de forma global y a través de la coordinación de los múltiples sectores y sus organismos.
Las próximas reuniones (en principio 25 Marzo- 5Abril para CIG-2 y 19-30 Agosto para CIG-3) nos dirán si esto es posible. No hay que olvidar, después de todo, que la diplomacia es el arte de hacer posible lo imposible, y por ello una reunión de diplomáticos, abogados y científicos es seguramente la mejor combinación para alcanzar un acuerdo final.
(Esta, sin duda alguna, era la reunión a estar)
(1) Resolución de la Asamblea General 66/192 del 19 Junio 2015
(2) Resolución de la Asamblea General 72/249 del 24 Diciembre 2017
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(*) Carlos García Soto es científico titular y coordinador de relaciones internacionales del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Forma parte del Grupo de 25 Expertos de Naciones Unidas para la elaboración del Informe Oceánico Mundial (WOA-2) y es vicepresidente del Consejo Marino Europeo.
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