Corría el año 2017. Parecía mentira, pero a pesar de la firma, dos años antes, del (insuficiente, pero muy necesario) Acuerdo de París, el entonces ministro de Energía, Álvaro Nadal, se oponía rotundamente al cierre de las centrales de carbón en España o a objetivos de energías renovables en Europa en línea con la senda de descarbonización que aconsejaba la ciencia. En la COP23 de cambio climático de Bonn, España prometió por tercera vez consecutiva ante la ONU una ley de cambio climático, ley que no llegaría hasta 2021 – más de una década después del inicio de la campaña de la sociedad civil al respecto, de mano de Amigos de la Tierra y Coalición Clima.
Además, también allá por 2017, el gobierno defendía reformas anteriores en el sector energético llevados a cabo por su antecesor (como el ‘impuesto al sol’ o el frenazo al despliegue de las energías renovables), reformas que iban en dirección contraria a lo que necesitaba el Planeta en ese momento.
Tanto, que un exministro del primer gobierno de Rajoy, en la persona del entonces comisario Miguel Arias Cañete, se veía obligado a promover un marco legal a nivel europeo que imposibilitaría repetir las errores de España en el futuro, por puro sentido común y por coherencia con el mandato de París.
Emergencia climática
2021. Cuatro años después, lo que dura una legislatura entera, y mucho ha cambiado. Mucho para bien, aunque todavía demasiado poco, demasiado lento; y mucho ha cambiado para mal. Todavía no hemos salido de los horrores de una pandemia que ha sacudido a la humanidad en cada rincón del planeta.
El IPCC y el PNUMA nos avisan, por enésima vez, de la brecha tremenda entre lo que necesitamos para situarnos en la senda de un aumento mundial de la temperatura de 1,5ºC, posibilidad que parece cada vez menos posible, ante el avance inexorable de los niveles de CO2 y con ellos, la emergencia climática.
Nos enfrentamos a una creciente crisis de suministros, precios energéticos, escasez de materias primas y tensión internacional. La globalización se vuelve en nuestra contra, a pocos días de la COP26, casi cinco años después de París. Y el G20, reunido en Roma en vísperas de la COP ¿será capaz de despertarse de su letargo permanente de inercia fósil y maniobras y diferencias geopolíticas? Veremos.
Esta vez, eso sí, el Gobierno de España puede llegar a esta COP con la (insuficiente, pero muy necesaria) Ley 7/2021, de Cambio Climático y Transición Energética en la mano. Bajo el ojo experto de Teresa Ribera, los gobiernos desde junio del 2018, ya con un nuevo equipo y un viento de cola gracias al nuevo marco de energía y clima de la UE aprobado bajo el mandato de Arias Cañete, se han puesto a darle forma a un discurso fresco, a la francesa, el de ‘la transición ecologique’.
No está siendo nada fácil, son muchos cambios que hacer desde un gobierno con minoría parlamentaria en tiempos bastante, bastante difíciles, pero algo en el fondo está cambiando. O eso quiero pensar.
En 2020 entramos en la crisis del Covid después de la afloración de un movimiento precioso, cabreado y muy inconveniente para los intereses creados y para los adultos criados en el siglo pasado. La juventud había empezado a hacer huelgas escolares y universitarias por el clima y tomar las calles – durante la COP25 de Madrid, sin ir más lejos.
Les recibían gobernantes de todo el mundo y nos llenaban las pantallas y radios de pancartas y gritos de indignación, protesta y llamadas a la acción. Cuando entramos en confinamiento en marzo del año pasado, Fridays For Future ya había despertado algo en nuestra sociedad industrializada, globalizada, egoísta y materialista. Se notaba en los sondeos de opinión sobre la acción climática y en las ganas de naturaleza y campo durante esas primeras semanas difíciles de contagios, muertes y teletrabajo.
Campaña 1Planet1Right
Desde SEO/BirdLife, nos pusimos a buscar un mensaje de esperanza, algo para animarnos a la hora de contemplar y añorar la naturaleza allí fuera, al otro lado de la ventana. Ideamos la campaña 1Planet1Right, a favor de un nuevo derecho universal a un medio ambiente sano, lo lanzamos con BirdLife International el Día de la Tierra de 2020 y así arrimamos el hombro a un movimiento que ya tenía recorrido.
Y ahora, de repente y parece casi de milagro, hace solo unos días, este derecho lo ha reconocido el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Pues ya puestos… en la COP26 SEO/BirdLife quiere ver avances sobre todo en un frente, que la Presidencia británica en Glasgow tiene como una prioridad. Se trata de situar el papel crucial de la naturaleza y los ecosistemas en el centro de la acción climática.
Un número creciente de organizaciones y también gobiernos (entre ellos, el de España, o eso esperamos), piensan que las conclusiones de la COP de Glasgow deben destacar esto muy nítidamente. En cuanto al contenido de los compromisos nacionales, y en el futuro programa de trabajo del convenio del clima, ayudado por los paneles científicos del IPCC y el IPBES que asesoran al mundo en materia de cambio climático y biodiversidad.
Ese mensaje ya se ha lanzado desde SEO/BirdLife esta semana y vamos a insistir en ello hasta la saciedad, porque pensamos que es irrenunciable y tiene bastantes posibilidades de llegar a buen puerto a orillas del río Clyde.
Desgraciadamente, esperamos disgustos importantes estos días también, como la financiación todavía insuficiente para los países más necesitados o, una vez más, la falta de compromiso del G20 (que suponen juntos entre un 75-80% del total de las emisiones actuales).
Pero sí, partiendo de lo conseguido en la COP25, en Madrid, y la experiencia muy dura de una pandemia cruel y una emergencia climática cada vez más desatada, esperamos algo esperanzador en Glasgow.
Sería un avance para la naturaleza y para la humanidad, el reconocer sin tapujos que necesitamos los ecosistemas en esto. El Covid nos lo ha enseñado, la ciencia lo respalda, y todos los pueblos indígenas del planeta lo entienden perfectamente.
Por un lado, para ayudar a absorber nuestras emisiones y reducir los niveles de CO2 en la atmósfera y por otro, como aliado natural, para hacernos menos vulnerables a los impactos del calentamiento global, hacer algo más llevadero el grave problema que nos estamos autoinfligiendo.
Si salvamos la naturaleza, la naturaleza puede salvarnos. Y la COP26 es la ocasión perfecta para ponerlo bien claro sobre el papel y luego actuar en consecuencia.
(*) David Howell es responsable de Energía y Clima de SEO/BirdLife y enviado especial a la COP26.
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Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEverde [/box]
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