Nueve requisitos para resolver la ecuación cero neto

A pesar de los avances en materia de sostenibilidad, hoy en día aún nos queda un largo y complejo camino por recorrer para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas. Lograr el ‘cero neto’ es, en esencia, resolver una ecuación que equilibra las fuentes y los sumideros de emisiones reduciendo en la mayor medida posible las emisiones de GEI y aumentando al mismo tiempo sus inventarios para eliminar las emisiones restantes de la atmósfera.

En realidad, se trata de un sistema de ecuaciones, pues la de las emisiones va acompañada de la de capital y mano de obra. Es decir: la demanda de capital y mano de obra en una economía cero neta debe coincidir con la oferta, temporal y geográficamente. Y, todas estas ecuaciones paralelas deben resolverse simultáneamente al tiempo que se persigue el desarrollo económico y el crecimiento inclusivo. Evidentemente, esta no es una tarea fácil.

Entender los requisitos fundamentales para resolver la ‘ecuación cero neto’ y la interdependencia entre todas las ecuaciones es un paso crítico. Por ello en McKinsey & Company hemos elaborado un marco integral que contempla nueve requisitos clave, aplicables a cualquier sector, y donde todos los actores involucrados en los sectores público, privado y social deberán desempeñar un rol si se quieren alcanzar los objetivos cero neto.

Estos requisitos se dividen en tres categorías:

Componentes físicos del cero neto, que abarcan desde (1) la innovación tecnológica que puede acelerar la transición y será esencial para reducir las emisiones globales y ayudar al mundo a lograr emisiones cero netas, pasando por (2) la capacidad de crear cadenas de suministro a escala y apoyar la infraestructura. Para facilitar y desplegar las tecnologías necesarias será necesario, a su vez, aumentar la capacidad de producción y distribución y crear cadenas de suministro globales. Un tercer componente físico sería (3) la disponibilidad de los recursos naturales necesarios (materias primas, la tierra y el agua).
Ajustes económicos y sociales, que comprenden, entre otros, (4) estructuras efectivas de reasignación y financiación de capital. Según nuestra estimación, el escenario cero neto para 2050 implicaría una inversión en activos físicos de 9,2 billones de dólares al año en sistemas de uso de energía y tierra. Esto representa 3,5 billones dólares más que la inversión anual actual en estas áreas, lo cual tendría que ser gastado en el futuro en activos de bajas emisiones. También en esta categoría se incluyen (5) gestión de los cambios en la demanda y aumentos de los costes unitarios a corto plazo, y (6) mecanismos de compensación para hacer frente a los impactos socioeconómicos. Una combinación de la caída de la demanda de productos con altas emisiones de carbono y la creciente demanda de productos con bajas emisiones de carbono resultaría en la reasignación de mano de obra entre empresas, sectores y potencialmente, geografías.
Gobernanza, instituciones y compromiso, conformados por (7) estándares rectores, mecanismos de seguimiento y mercado, e instituciones efectivas, así como (8) el compromiso y colaboración entre líderes del sector público, privado y social a nivel global. Por último, es clave sumar también (9) el apoyo de ciudadanos y consumidores, ya que, para lograr una ruta de 1,5 °C, los comportamientos de consumo probablemente tendrían que cambiar, por ejemplo, cambiando a vehículos eléctricos, renovando o acondicionando hogares o reduciendo las emisiones de carbono de otras maneras significativas, como comer menos carne o reducir los viajes.

Si bien no existe una solución predefinida para las ecuaciones de cero neto, hay docenas de cuestiones críticas que deben ser abordadas y numerosos elementos que deben ser considerados y combinados entre sí. Y a pesar de que el proceso se vaticina lleno de retos, cuanto antes y mejor se cumplan los requisitos descritos, mejor será, probablemente, el ritmo de convergencia.

(*) Joseba Eceiza es socio de McKinsey en España.