En estos días de encierro, con la amenaza vírica que compunge el mundo, todo parece haberse parado en seco, pero no es así y la esperanzadora primavera llega trayendo lluvias, mañanas soleadas y a uno de nuestros mayores aliados veraniegos, los vencejos, aviones y golondrinas.
Y es que ya hace unos días que podemos ver a estos intrépidos velocistas del aire amenizando nuestro cielo y dándonos ese escape necesario al verlos volar desde nuestros balcones, con esa algarabía que tanto suena a verano. Pero no todo es jolgorio para estos nuestros vecinos alados.
Lo primero será saber diferenciar estas aves, pues como ya comentaba son tres especies. Las más conocidas son las golondrinas (Hirundo rustica), que vienen a “en nuestros balcones sus nidos colgar” como bien inmortalizaba Bécquer. Su cola ahorquillada, su vientre blanco y su garganta roja las hacen inconfundibles.
En su caso forman nidos de barro, un pequeño cuenco de arcilla y saliva que suspenden de nuestros aleros. Unos nidales similares forman los aviones comunes (Delichon urbicum), más pequeños que sus primas hermanas, sin garganta roja y con el obispillo (unión entre la espalda y la cola) blanco.
En nuestra ciudad tienen una nutrida población nidificante en el barrio del Tesorillo, incluso dentro de las dependencias del parque de bomberos, sabiéndose seguras en tal compañía.
Por último y no por ello menos importante, nos encontramos a los vencejos pálidos (Apus pallidus), mayores en tamaño, con forma de boomerang y un color oscuro predominante, aves que hacen del cielo su casa, pues no se posan ni para dormir, algo fascinante.
Son quizá los que más están sufriendo en estos días, pues no fabrican un nido, si no que aprovechan oquedades para formar su descendencia, utilizando el tambucho de nuestras persianas como ponedero, y es precisamente esa parte de las edificaciones la que está desapareciendo en los edificios modernos, dando lugar a una tremenda escasez de lugares donde “poner el huevo”, nunca mejor dicho.
Conocidas ya sendas especies, pasemos al porqué son tan beneficiosas, y para esto tenemos que contar con otro actor en la función, los mosquitos. Y es que estos son otros de los visitantes estivales por excelencia, acompañándonos tras la caída del sol y dándonos “moviditas” noches de verano.
Pues bien, nuestros aliados alados son unos grandes consumidores de insectos, una sola golondrina consume de media 60 mosquitos a la hora, lo que se traduce en 850 moscas/mosquitos al día ó 310.250 al año… Solo un ejemplar de los nombrados arriba. Imaginad nuestros atardeceres sin estas aves, no nos sentiríamos solos desde luego, contaríamos con millares de mosquitos acompañándonos en dicha pérdida.
Es por esto que necesitamos imperiosamente proteger a estas aves y sus nidos, los cuales muchas veces por estar integrados en nuestras balconadas, fachadas o persianas, pueden ocasionarnos alguna molestia en cuanto al ruido y la suciedad, para lo cual hay mil opciones y desde el grupo local de SEO/BirdLife en Melilla, estamos dispuesto a ayudar para favorecer la convivencia de nuestras especies.
Si esto aún no os convence del todo para respetar sus nidos, tened en cuenta que la destrucción de sus nidos o puestas está penada con multas de entre 5.000 y 200.000 €. quizá esto último sea, por desgracia, más elocuente que todas las ventajas que hoy os mostramos.
En definitiva, el resto de la vida sigue, nosotros también superaremos esta situación y volveremos a “volar” libres, como nuestras golondrinas, vencejos y aviones, pero mientras tanto disfrutemos de estos nuestros amigos, que tanto hacen por nosotros y que, sin duda, se merecen nuestra gratitud y protección.
(*) Francisco J. Pérez Ruiz es coordinador del grupo local de la Sociedad Española de Ornitología en Melilla (SEO/BirdLife Melilla).
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