El tejo de Bermiego (Asturias), Monumento Natural 1995

Por Francisco Martínez Romón.- Es ésta una mañana de cielo gris y espesas brumas, que impulsadas por una ligera brisa que sopla desde la lejana costa se deslizan a lo largo del paisaje que tengo ante mí impidiendo una clara visión del mismo. Hace semanas que comenzó el verano, pero en la montaña central del Principado de Asturias se tiene la impresión de que -a efectos meteorológicos- se ha pasado directamente de las nieves invernales al húmedo otoño.

Al acecho del águila real en Sierra Espuña (Murcia)

Por Francisco Martínez Romón.- Cuando las primeras luces del alba comienzan a definir los contornos del paisaje que tengo ante mí, inundando el amplio horizonte de sutiles tonalidades ámbar, hace ya algún tiempo que estoy instalado en un escondite -a escasos metros del borde de un profundo precipicio que se abre en una de las zonas más altas de Sierra Espuña- a la espera de poder fotografiar algún ejemplar de la pareja de águila real que reina con solemne señorío en este paraje montañoso.

En las dehesas del Parque Nacional de Monfragüe

Por Francisco Martínez Romón.- Hacía poco que las luces del alba habían comenzado a iluminar el Parque Nacional de Monfragüe y ya los primeros rayos de un fuerte sol primaveral calentaban los inaccesibles roquedos en los que habitan diversas colonias de buitres leonados (Gyps fulvus), lo que favorecerá el inicio del espléndido espectáculo que supone contemplar a estos majestuosos ejemplares surcando el cielo extremeño con su formidable velamen desplegado.

Somiedo, tierra de vaqueiros

Por Francisco Martínez Romón.- Dispersas a lo largo y ancho del Parque Natural de Somiedo -en el Principado de Asturias- encontramos las antiguas y típicas cabañas de teito -tejado de cubierta vegetal- que en la actualidad sólo sirven para almacenar el heno y encerrar el ganado, pero que hasta finales del siglo pasado eran ocupadas, además, por los vaqueiros de alzada durante los meses de primavera y verano; cuando subían a las reses a pastar en los altos y tiernos prados de montaña hasta la llegada del otoño, en que regresaban a zonas más bajas ante la inminente presencia del riguroso frío invernal.

El valle del Lago, Parque Natural de Somiedo (Asturias)

Por Francisco Martínez Romón.-

Las recientes lluvias caídas, tras una extemporánea nevada cuya huella se mantiene aún visible en las cumbres más altas, han dejado los valles asturianos de Somiedo con un exceso de agua que los regatos se encargan de evacuar sin descanso; mientras el numeroso ganado de la zona se aprovecha a su antojo de tan exuberantes prados, de un verde lujurioso que confiere al paisaje una espectacular fisonomía.

La berrea del ciervo

Por Francisco Martínez Romón.- La lluvia fue incesante durante toda la noche y al despuntar el alba no se vislumbraba que las condiciones meteorológicas fueran a cambiar, por lo que en ese momento pensé que la jornada que había programado para fotografiar la berrea del ciervo acabaría ese día yéndose al traste.

Sinfonía de otoño

Por Francisco Martínez Romón.-  El metálico y persistente sonido que producen las esquilas de un rebaño de cabras que pasta en libertad por los alrededores de la casa interrumpe mi ligero sueño -cuando ya la clara luz de un radiante amanecer ha comenzado a inundar todo el aposento- y sin demora me apresuro a asomarme al exterior para respirar a pleno pulmón y disfrutar de la fastuosa vista que ofrece la mole calcárea del Mondarruego, la montaña emblemática del valle de Broto, en el alto Pirineo aragonés.

Selva de Irati, más allá de la leyenda

Por Francisco Martínez Romón.- Las primeras brumas otoñales que llegan arrastrando lentamente su volátil presencia por la extensa superficie de la selva de Irati, tras un prolongado y seco estío, destilan una fresca y sutil humedad que impregna la atmósfera de suaves y delicados aromas; emanados todos de las múltiples y heterogéneas plantas que alberga este bosque navarro ubicado principalmente sobre los valles de Aezkoa y Salazar.

Las sabinas de Calatañazor

Francisco Martínez Romón.- Aquella mañana había llovido intensamente sobre los campos sorianos y el terreno estaba empapado. No obstante, el cálido sol primaveral pudo con los grises y oscuros nubarrones y su intensa luz se abrió paso, poco a poco, hasta adueñarse definitivamente del gran bosque sabinar en el que había decidido adentrarme con el propósito de obtener algunas instantáneas de tan insólito y apacible lugar.

Viaje a la Arcadia

Por Francisco Martínez Romón.- La primera noche, de las tres que pernocté durante mi estancia en la Reserva Biológica "Campanarios de Azaba", apenas si dormí unas horas; y no por insomnio, sino por el relajante -a la vez que obsesivo- por el relajante placer de respirar la fresca y suave fragancia que se colaba a través de la ventana abierta de mi habitación mientras contemplaba, incansable, el luminoso centelleo de las estrellas en aquella espléndida noche de primavera.

Donde nace el Mundo. Por (*) Francisco Martínez Romón

Por Francisco Martínez Romón.-  Ante mí, magnífica y soberbia, se levanta una enorme cárcava que la naturaleza ha tenido la paciencia de ir modelando día a día -a lo largo de miles de años- hasta conseguir la gran obra escultórica a la que se ha dado en llamar Calar del Mundo, cuya ubicación se sitúa en la unión de las sierras de Alcaraz y Segura...

El barranco de Mascún, donde habitan los espíritus

Por. Francisco Martínez Romón.-  Decía Albert Tissandier -escritor y apasionado viajero- allá por 1889 en uno de sus libros, en el que relataba sus experiencias después de haber visitado las montañas de Aragón, que "... (a 1.785 metros) nos esperaban verdaderas maravillas naturales. Son las gargantas de Rodellar o de Mascún que encierra el río Alcanadre".

Entre eneas y carrizos

Por Francismo Martínez Romón.- La diáfana luz de un claro amanecer comienza a hacerse presente cuando llego al embarcadero en el que aguarda Vicent con su “albuferenc”, la característica barca de la zona,  para llevarme a visitar el lago del Parque Natural de l’Albufera  (del árabe al-buhayra “el pequeño mar”); el exuberante hábitat valenciano en el que, entre densas matas de eneas y carrizos, halla refugio  y espacio  para la reproducción una profusa y dispar avifauna.